Mi denario
De mañana, imparto un retiro vibrante,
a una grupo de almas jóvenes;
una siembra más en la tierra de Dios.
Él regará y la hará germinar,
y al final de la jornada,
depositará en mi mano encallecida
el denario que su bondad me ha prometido.
Soy obrero de la primera hora,
he aguantado el peso y el calor de toda la jornada.
Pero no siento, sobre mis espaldas, un peso abrumador.
Siento encima de mi cabeza estrellas en noches serenas.
Llevo en mis pupilas pintados horizontes bellos.
Sostengo en mis manos felices las primicias del amor de Dios.
No me arrepiento, a mis años,
de haber sido contratado para trabajar
en la viña de tal Señor.