Las tres divinas personas
Qué seguridad da el tener,
como eternos huéspedes,
en la propia casa,
a quienes más me quieren,
a los más poderosos,
a los que se han propuesto llevarme al cielo,
hacerme santo,
convertirme en heraldo de su Reino.
Un Padre que no tiene par,
un Hermano mayor a quien le debo
muerte de cruz,
un Amor con mayúscula
que será el artista de mi santidad.
¡Qué seguridad!
¡Qué huéspedes tan divinos!