La
persona que imita a Cristo vive plenamente las virtudes cristianas.
Esta imitación de Cristo tiene presente nuestras limitaciones y
nuestros fallos concretos. El santo o la santa son personas con
defectos, con pasiones, con limitaciones, pero que saben integrar toda
esta debilidad en la fuerza de Cristo.
Por
tanto, usted no se angustie por sus fallos o limitaciones, o porque aún
no adquiere tal o cual virtud. Usted centre su mente, su corazón, su
amor, su libertad en Cristo; pídale su ayuda para levantarse ante los
fallos; sea humilde y verá cómo no llama a su alma este desasosiego que
ahora siente. Sea santa siguiendo a Cristo y no buscando satisfacción
por la posesión de las virtudes.