ENCENDER CORAZONES
Gran don debe ser la capacidad de encender
un gran sueño en un corazón.
Predicar no es más que eso:
encender los corazones en deseos del cielo,
del amor de Dios y sus hermanos.
Tú eres predicador.
Debes aprender el arte y el oficio
de encender ideales.
No tienes derecho a aburrir a la gente,
mucho menos usando
como pan de aburrimiento
la palabra de Dios.