Es honda y escondida y, a ratos, parece amarga la ilusión en pos de la cual corréis, porque en este mundo es vuestra vida entera más una pregunta que una respuesta; más una donación que una posesión; más una súplica por ver que un estar definitivamente iluminadas; más una fe y una esperanza que un término de llegada. Así, vuestra vida está escondida en Cristo, y Cristo mismo está escondido para vosotras por lo mucho que anheláis se os revele. Pero día llegará en que el Señor os introduzca por la puerta grande del amor, más allá de todas vuestras expectativas. Seguid esperando con fe y entrega esforzadas la llegada de ese día.