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El perezoso no piensa.

El perezoso no piensa

La pereza se resiste a salir de casa

y solo a puntapiés se va.

El hábito de pensar

y el hábito de hacer las cosas

por el orden de importancia

son hábitos de vencedores

en los negocios del mundo y del espíritu ;

los perezosos no saben de ellos

porque son perdedores.

El perezoso no piensa.

Y, si lo hace,

no sé atreve a un régimen de prioridades.