Yo le puedo asegurar a usted que ninguna otra felicidad es verdadera, que ninguna otra felicidad es perdurable; la única dicha perdurable, la única felicidad verdadera es encontrarnos cumpliendo la voluntad santísima de Dios. Es así, porque cuando se cumple la voluntad de Dios, es que hay amor, y el amor nos une a Él, y la unión con Dios nos da la paz. Donde no hay paz, no puede haber felicidad verdadera. Los hombres se empeñan por encontrar la felicidad dando rienda suelta a sus pasiones; creen que satisfacer su orgullo, su amor propio, su sensualidad, les va a proporcionar felicidad, y cuando voltean la cara se encuentran con las manos vacías. Sólo Dios produce la felicidad, porque sólo Dios, su amor a Él, la unión con Él, engendra la paz del alma.