DE NOCHE EN TENANCINGO
Llegó la noche y, con ella, los grillos
y la tormenta.
Desde mi ventana abierta
estuve contemplando sin hartarme
las luces de Tenancingo
y las amenazas luminosas
de los relámpagos sobre el valle.
Llovía y llovía ,
mientras un vientecillo fresco
alborotaba la lluvia.
Yo rezaba a mi Madre de la noche
sintiéndola tan cerca de mí,
como cerca estaban aquellas luces,
y la noche y la tormenta.