Sin Cristo la vida con sus placeres y comodidades no significaría nada para mí; aún más, me parecería inmensamente triste y cruel. Pero con Él todo se ilumina, todo gana un sentido, todo se hace amable y bello, incluso la cruz, todo se llena de esperanza, todo se hace huella de Dios. ¡Qué hermosa y bella es la vida humana, especialmente la vida consagrada, a la luz del amor de Cristo y qué fácil la fidelidad!