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Señor,

Señor,

que nos has llamado a la familia del Carmelo

para servir con total dedicación a nuestros hermanos

e ir anticipando tu Reino entre nosotros,

nos dirigimos a tí con una angustia parecida a la de Abraham

que se veía cercano a la muerte  sin dejar a nadie detrás de sí.

Suscita entre los jóvenes vocaciones

que nos releven en nuestra misión dentro de la Iglesia,

dinamizando, renovando y encarnando nuestro carisma, don tuyo,

en las circunstancias cambiantes de la historia.

Danos para ello la capacidad de esperar contra toda esperanza,

pero sobre todo, de estar abiertos a tus interpelaciones en la vida

para salir sin saber a dónde vamos, fiados en tu palabra,

y asumiendo nuestra responsabilidad.

Haznos como María, personas de oración, fraternidad y trabajo.

 

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.