La oración Benedicto XVI en el muro de las lamentaciones
Dios de todos los tiempos,
en mi visita a Jerusalén, la Ciudad de la Paz,
morada espiritual para hebreos, cristianos y musulmanes,
llevo ante Ti los gozos, las esperanzas y las aspiraciones,
las angustias, los sufrimientos y las penas de todo Tu pueblo disperso por el mundo.
Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,
escucha el grito de los afligidos, de los que tienen miedo, de los desesperados,
manda tu Paz sobre esta Tierra Santa, sobre Medio Oriente,
sobre la entera familia humana;
ilumina el corazón de todos aquellos que invocan tu nombre a fin de que quieran caminar humildemente sobre el camino de la justicia y la piedad.
Bueno es el Señor con el que espera en Él, con el alma que lo busca (Lam 3,25).