¡En tus manos Señor!
¡En Tus manos!
En tus manos Padre Santo y Misericordioso,
ponemos nuestra vida,
Tú nos la diste,
Guíala y llénala de tus dones.
Tú estás a nuestro lado,
como roca sólida y amigo fiel,
En tus manos Padre Santo y Misericordioso,
ponemos nuestra vida,
Tú nos la diste,
Guíala y llénala de tus dones.
Tú estás a nuestro lado,
como roca sólida y amigo fiel,
Dios mío, estoy contento porque Tú me amas,
no obstante mi indignidad.
Dios mío, estoy contento porque te amo,
no obstante mi miseria.
Dios mío, estoy contento porque puedo alguna vez,
no obstante mi nada, hacer que te amen.
Dios mío, estoy contento porque puedo sufrir
algo por tu amor.
¡Oh Señor!, tu has creado todas las cosas. Tu les has dado tu ser y
las has puesto en equilibrio y armonía. Están llenas de tu misterio,
que toca el corazón si es piadoso.
Dios mío, amigo mío,
nos esperas a todos
y cada uno.
Vamos juntos, codo a codo,
unidos como en un racimo.
Juntos hacemos camino,
un camino, piedra a piedra,
Dios mío, Tú eres todo ternura para mí.
Te lo pido por tu Hijo amado:
dame la gracia de llenarme de misericordia
y de amar todo lo que Tú me inspires.
Dame la gracia de compadecerme
de quienes viven en la aflicción
y de correr en ayuda
de los que pasan necesidad.
Dame la gracia de aliviar a los desgraciados,
de prestar asilo a los que no lo tienen,
de consolar a los que sufren,
de animar a los deprimidos.
Señor de la misericordia,
nuestros corazones
llevan el peso de los sufrimientos
de todos los tiempos,
de las cruzadas, de los holocaustos
de miles y miles de años.
Hacia ti levantamos nuestras manos.
TENEMOS SED DE TI
EN UNA TIERRA SEDIENTA.
Oh, Señor, que nos amas
como un padre,
que nos cuidas como una madre
que quisiste compartir
nuestra vida como un hermano.
Confesamos nuestro fracaso
en vivir como hijos tuyos,
como hermanos y hermanas
Con tu poder Dios mío
has cambiado todo mi ser
desde hoy vives en mí.
Siempre me das consuelo
alientas mi vida.
Porque sin Ti nada soy
dejo en mí, hacer tu voluntad Señor.
Amén.
Obtenido: Centro de difusión del Movimiento Mariano, Argentina
Día tras día, Señor de mi vida,
quede delante de Tí
cara a cara.
De manos juntas, quedaré delante de Tí,
Señor de todos los mundos
cara a cara.
En este mundo que es tuyo,
No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío
quiere tú lo que Dios quiere.
Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo,
acepta los designios de su providencia.
Abre nuestros ojos, Señor,
para que podamos verte a ti
en nuestros hermanos y hermanas.
Abre nuestros oídos, Señor,
para que podamos oír las invocaciones
de quien tiene hambre, frío, miedo,