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Oraciones de adoración

Invoca a Maria...

Invoca a Maria...

Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar: invoca a María!. 
Si te golpean las olas de la soberbia, de la maledicencia, de la envidia, mira a la estrella, invoca a María!
Si la cólera, la avaricia, la sensualidad de tus sentidos quieren hundir la barca de tu espíritu, que tus ojos vayan a esa estrella: invoca a María!

Gracias, Madre Nuestra

Gracias, Madre Nuestra

Gracias por ser Santa María.
Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra,
desde siempre.
Gracias por haber acogido
en tu seno purísimo
a quien es
la Vida y el Amor.
Gracias por haber mantenido
tu "Hágase"
a través de todos
los acontecimientos de tu vida.
Gracias por tus ejemplos
dignos de ser acogidos
y vividos.
Gracias por tu sencillez,
por tu docilidad,
por esa magnífica sobriedad,
por tu capacidad de escucha,
por tu reverencia,

Glosa de la Salve

Glosa de la Salve

¡Dios te salve, Virgen pura,
Reina piadosa del mundo,
Madre de vida y dulzura,
Acoge el ruego profundo
De tus hijos sin ventura!

¡Hijos que por ti clamamos
Desterrados hijos de Eva,
Que a Ti ¡oh Madre! suspiramos
En este valle de prueba
Donde sin cesar lloramos.

¡Tus hijos siempre y ahora
Triste te elevan el alma!...
¡Óyelos, Madre y Señora,
Con esa piedad que calma
Los gemidos del que llora!

Dulzura de los Angeles

Dulzura de los Angeles

Dulzura de los ángeles,
alegría de los afligidos,
abogada de los cristianos,
Virgen madre del Señor,
protégeme y sálvame de
los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro,
que ha contenido a la Trinidad excelsa;
en ti se ha complacido el Padre,
ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo,
que cubriéndote con su sombra, Virgen,
te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti,
Theotókos; tú eres nuestra
defensa ante Dios. Extiende

Dame Madre

Dame Madre

Dame tus ojos, Madre,
para saber mirar
si miro con tus ojos, jamás podré pecar.
Dame tus labios, Madre,
para poder rezar,
si rezo con tus labios... Jesús me escuchará.
Dame tu lengua, Madre,
para ir a comulgar,
es tu lengua patena de gracia y santidad.
Dame tus manos, Madre,
que quiero trabajar,
entonces mi trabajo, valdrá una eternidad.
Dame tu manto, Madre,
que cubra mi maldad,
cubierta con tu manto al cielo he de llegar.
Dame tu cielo, oh Madre,
para poder gozar ,

Con María en la Oración

CON MARÍA EN LA ORACIÓN

ALÉGRATE MARÍA®

Alégrate María,
Inmaculada y Santa,
amada de Dios,
nueva Eva elegida,
cooperadora de la reconciliación.
Madre de Jesús y nuestra,
incansable auxilio de los pecadores,
maternal intercesora,
acuérdate siempre de este hijo tuyo.
Amén.

Con los ojos de María

Con los ojos de María

 

Desde la Anunciación hasta el Calvario, tus ojos Madre son mi fortaleza y esperanza.

Me esfuerzo por llevar tu mirada Santa delante de mí, aunque las dificultades que plantea este mundo me hacen sucumbir, las más de las veces, presa del dolor y del temor . La lucha entre la carne y el espíritu es ardua.

Solo en el remanso de tu mirar encuentro el consuelo y la paz, frente a tantas cosas que mi pobre humanidad no alcanza a comprender.

Clementísima Madre de Dios

Clementísima Madre de Dios

¡Oh clementísima Virgen María,
Madre de Dios,
Reina del Cielo,
Señora del mundo,
Júbilo de los santos,
Consuelo de los pecadores!
Atiende los gemidos de los arrepentidos;
calma los deseo de los devotos;
socorre las necesidades de los enfermos;
conforta los corazones de los atribulados;
asiste a los agonizantes;
protege contra los ataques de los demonios
a tus siervos que te imploran;
guía a los que te aman
al premio de la eterna bienaventuranza,

Alegrate Maria

Alegrate Maria

Alégrate María,
Inmaculada y Santa,
amada de Dios,
nueva Eva elegida,
cooperadora de la reconciliación.
Madre de Jesús y nuestra,
incansable auxilio de los pecadores,
maternal intercesora,
acuérdate siempre de este hijo tuyo.

Amén.

Oración del Catequista

Oración del Catequista

Señor, cuando pienso que soy catequista

de un grupo que se reúne en tu nombre,

se amontonan en mi memoria muchas palabras tuyas,

dichas desde tu experiencia, para mí.Vosotros no os dejéis llamar «maestro»,

porque uno sólo es vuestro maestro,

y vosotros sois hermanos.Tampoco os dejéis llamar «jefe»,

porque uno sólo es vuestro jefe.Que no ocurra entre vosotros

lo que pasa en otros grupos de la tierra.Al contrario, el que ocupa un cargo