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Oraciones de adoración

Padre nuestro bendicenos

Padre nuestro, bendicenos...

Padre Nuestro, bendito sea el nuevo dia
y quien nos lo envia. Dios y Senor mio,
gracias por haberme creado, redimido,
hecho cristiano y conservado cada dis
y cada noche.

Te ofrezco mis pensamientos,
palabras y obras.
No permitas que te ofenda y dame fuerza
para huir de los pecados y peligros.

Mi Dios, hoy te pido que perdones a todas
las personas que conozco en mi vida y a mi
mismo. Yo se que tu me daras la fuerza
para aprender a perdonar de corazon.

Oraciones de Acción de Gracias

        Oraciones de acción de gracias

        I
        Dios, omnipotente y misericordioso,
        que admirablemente creaste al hombre
        y más admirablemente aún lo redimiste,
        que no abandonas el pecador,
        sino que lo persigues con amor paternal.

Madre, aquí estoy

Madre, aquí estoy

Madre, ¿quieres mi trabajo?
- Aquí estoy.

¿Quieres que todas las fuerzas de mi espíritu
lentamente se desangren?
- Aquí estoy.

¿Quieres mi muerte?
- Aquí estoy,
pero procura que todos
los que tú me has confiado
amen a Jesús,
vivan para Jesús,
y aprendan a morir por Jesús.
Amen

Lléname de paz

Lléname de paz

María, madre de Dios, Madre mía, Reina de la Paz,
pide a tu hijo Jesús me conceda el don de la Paz.
Ora por mí para obtener Paz, paz en mi corazón,
paz en mi mente y alma, paz en mi familia,
paz con todos aquellos que encuentro en mi camino,
la paz de Jesús.

Jesús, mi Señor y Salvador, mi hermano,
Rey de la paz, acudo a Tí con María, Reina de la Paz,
para pedirte humildemente el don del Paz.
Derrama sobre mí tu Espíritu Santo de la Paz.

La Virgen María, Madre de Dios

La Virgen María, Madre de Dios

«Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres Virgen hecha Iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien» (San Francisco, Saludo a la B.V. María).

La Soledad

La Soledad

"Estaba la Madre dolorosa,
junto a la Cruz y lloraba
mientras el Hijo moría.
Su alma triste y amorosa,
traspasaba dolorosa
una espada de agonía.

¡Cuán triste y afligida
se vio la madre querida
de tantos tormentos llena!.

Cuando ante sí contemplaba
y con firmeza aceptaba
del Hijo amado la pena.

¿Y cuál hombre no llorara
si a la Virgen contemplara
sumergida en tal dolor?

¿Y quién no se entristeciera,
si así, Madre, te sintiera
sujeta a tanto rigor?