Para hoy, dame Señor!
Para hoy, dame Señor!
Danos, Señor, un verdadero, nuevo
y más profundo conocimiento de tí
a través del sufrimiento.
Haz que podamos intuir con el afecto del corazón
tu misterio que está más allá de toda comprensión,.
Señor Jesús, manso y humilde.
Desde el polvo me sube y me domina esta
sed insaciable de estima, esta apremiante
necesidad de que todos me quieran. Mi
corazón está amasado de delirios imposibles.
Necesito redención.
Misericordia, Dios mío.
No acierto a perdonar,
el rencor me quema,
las críticas me lastiman,
los fracasos me hunden,
las rivalidades me asustan.
Antes de cerrar los ojos,
los labios y el corazón,
al final de la jornada,
¡buenas noches!, Padre Dios.
Gracias por todas las gracias
que nos ha dado tu amor;
si muchas son nuestras deudas,
infinito es tu perdón.
Mañana te serviremos,
en tu presencia, mejor.
A la sombra de tus alas,
Padre nuestro, abríganos.
Quédate junto a nosotros
y danos tu bendición.
Se acaba el día, Señor.
Ha habido de todo:
momentos felices y momentos de dolor,
aciertos y equivocaciones.
A esta hora quiero acudir de nuevo a Ti,
para dejar en tus manos todo mi día.
Gracias por mis buenas obras.
Disculpa mis errores.
Todo lo pongo ante tu mirada de Padre.
Sé que me amas tal y como soy.
Sé, también, que mañana me ayudarás
a que las cosas me "salgan" mejor.
Madre, ruega e intercede por mí, delante del Señor durante toda esta noche y por toda mis familiares y conocidos; también por tantos pobres que no tienen que comer y dormirán en la calle, por tantos niños y adolescentes solos y abandonados, por tantos jóvenes que estarán en peligro; por todas las personas mayores, por todos los enfermos, agonizantes y moribundos, por todos los sacerdotes, llena su soledad con tu amor.
Te suplicamos, Señor, que visites esta habitación:
aleja de ella las asechanzas del Enemigo;
que tus Santos Ángeles habiten en ella,
que nos guarden en paz y que tu bendición
permanezca siempre con nosotros.
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.
Por la señal de la Santa Cruz...
Señor y Dios mío, ahora que ya todo a mi alrededor es silencio y calma, mi alma se eleva hacia Ti para decirte: creo en Ti, espero en Ti y te amo sobre todas las cosas y con todas las fuerzas de mi corazón. Pongo en tus manos el trabajo, la lucha, la fatiga, las alegrías y sufrimientos, los gozos y los desencantos, de este día.
Hoy me dices, Señor,:
No tengas miedo a los que amenazan,
a los que hieren,
a los que matan el cuerpo.
No tengas miedo a los que mienten,
a los que manipulan la verdad,
a los que con la mentira
quieren dominar todo.
Tú me dices, Señor,
que haga de la fe
mi gozo y mi alegría,
un estandarte de libertad,
una canción de esperanza.
Me fío de ti, Señor,
estoy de tu parte,
soy de los tuyos.
Acudo a tu misericordia, Dios compasivo, ya que sólo tú eres bondad. Aunque mi miseria es grande y mis ofensas numerosas, confío en tu misericordia porque eres Dios de misericordia y desde tiempo inmemorial nunca se ha oído, ni el cielo ni la tierra recuerdan que un alma confiada en tu misericordia, haya quedado decepcionada.