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Jesucristo

En Nosotros se Realiza la Redención

Faltando tan pocos días para la Navidad, tenemos que revisar con qué actitud nos estamos acercamos al momento del encuentro con Jesús recién nacido, quien a su vez viene a nuestro encuentro. Podríamos tener varias actitudes ante este Cristo que se acerca a nuestras vidas. Podríamos ser un poco incrédulos y decir que para qué ponerle ganas a la vivencia de la memoria del Nacimiento de Jesús, que qué sentido puede tener para mí algo que pasó hace 2000 años.

El amor se hace compromiso

Todos hemos oído alguna vez estos versos del poeta español del Siglo de Oro:

“Qué tengo yo que mi amistad procuras.
Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de nieve
pasas las noches del invierno obscuras.
¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí!”.

Pascua, el día que transforma las penas en alegrías

Pascua, el día que transforma las penas en alegrías

El enigma mayor de la condición humana es la muerte. ¿Como es que el hombre, con deseos de ser feliz, muere? Es el misterio del dolor, de la cruz, que no tiene explicación. Un proceso de transformación, como una purificación del amor, que nos prepara para la felicidad que es estar con Dios. Realidad misteriosa que no es el final, pues cuando se acaba nuestra estancia aquí en la tierra comienza otra, la vida continúa en el cielo. La muerte no es el final de trayecto, la vida no se acaba, se transforma…

Hilos invisibles para toda la vida

Hacía flores de pasta de papel, y pintaba cuadros y retratos. Iba a restaurar las pinturas de la iglesia de su pueblo. Restauraba viejas jarras de latón, o baúles, lo que fuera; y aún hoy me pongo abrigos y americanas que ella cosió cuando mi madre era más joven que yo hoy y aún no se había casado siquiera. Ella sabía hacer esas cosas bien para que duraran toda la vida. Es mi abuela. Era modista. Y madre, y esposa. Y abuela.

Y se lavó las manos

“Y se lavó las manos”

 

El flagelum azotaba la piel, dejaba
laceraciones dolorosas y cicatrices permanentes pero el condenado seguía
viviendo luego del castigo; en cambio el flagrum descarnaba y provocaba
la muerte del condenado en un feroz traumatismo consecuencia de deshidratación,
cuantiosa pérdida de sangre y múltiples heridas por las porciones de carne
arrancadas al cuerpo.

Ya se qué quiero ser de grande

“Ya se qué quiero ser de grande”

Los asaltantes solían esconderse en cuevas, zanjas y en vericuetos de los caminos por los que se desplazaban los viajeros de buena voluntad, que fieles a las tradiciones de sus ancestros, se encaminaban en peregrinaciones que partían desde múltiples y distintos lugares pero siempre hacia el mismo destino. Los delincuentes se aprovechaban de la fe de los creyentes y los asaltaban para robarles las pocas cosas que llevaban para el viaje.