Madre de los cansados,
reina de los pañales,
las escobas y los panes
y el trajín de la cocina.
Todos los pobres la miran,
señora de la pobreza,
hoy le golpeamos la puerta
para pedir por favor
que la tenga siempre abierta
porque es mucha la aflicción.
Señora de San José,
tejedora de chalecos.
Para ayudar a su sueldo,
madre de los brazos firmes,
tan animosa y humilde,
consejera de humillados,
tiene los pies cansados
de tanto buscar carbón.
Va nuestro pueblo a su lado
aprendiendo su lección.
Mujer llena de fe,
compañera de la ruta.
Madrina de la ternura
que muestra Dios a sus hijos.
Educadora de Cristo,
socia de nuestras penas,
amiga dulce y discreta,
ya no se puede vivir
con el sueldo recortado:
ayúdeme a discurrir.
Y usted, Virgen María,
fue la mamá del Señor.
Yo se que lo acompañó
hasta el destierro de Egipto,
no lo dejó en el camino,
lo siguió por todas partes.
Discípula y escuchante,
lo acompañó hasta la muerte
con esperanza gigante
madre de toda la gente.
Madre de los cansados,
Madre de toda la gente.