Solamente es la persona del Romano Pontífice, en el seno de la Iglesia, la que puede ser llamada “Santidad” si se le habla directamente a él, o “Su Santidad” si se hace referencia de él. También se le suele llamar “Santo Padre” o “Padre Santo” dentro de una conversación sostenida con él, y “el Santo Padre” en referencia a su persona.
De los diversos títulos acuñados para referirse al Papa, hay dos que particularmente explican su fundamento a la vez que su esencia. Uno es “Siervo de los siervos de Dios” y el otro es “Vicario de Cristo”.
El Anuario Pontificio, documento que publica la Santa Sede, enumera, además, los siguientes: Obispo de Roma, Sucesor del Príncipe de los Apóstoles, Sumo Pontífice de la Iglesia Universal, Patriarca de Occidente, Primado de Italia, Arzobispo Metropolita de la Provincia Romana, Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano y Papa.
La palabra Papa, que en griego significa Padre, en la tradición católica ha visto ampliado su significado al tomar las iniciales de las palabras latinas Petri Apostoli Potestatem Accipiens, que en español, sin perder sus iniciales originales, significa: Pedro Apóstol Pontífice Augusto.
En la constitución dogmática Lumen Gentium, documento del Concilio Vaticano II, se establece que el Papa “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles. El Pontífice Romano, en efecto, tiene en la Iglesia, en virtud de su función de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad”. De esta afirmación se evidencia que su potestad se deriva de la función que tiene como “Vicario de Cristo”.
La palabra Vicario se deriva del latín Vicarius, término que da origen a “Vice” que significa “en vez de” o “en lugar de”. El Vice-Presidente, por ejemplo, es quien actúa en vez del Presidente, como sucede con el Vice-rector, quien actúa en lugar del rector. En el caso de la derivación directa del latín Vicarius, la palabra Vicario se ha reservado en su uso sólo para nombramientos eclesiales, como Vicario episcopal o Vicario parroquial, entre otros, y su significado literal equivale a “el que hace las veces de…” el obispo, o del párroco, en su caso, cuando no está presente en su diócesis, o en su parroquia. En lo que se refiere al título Vicario de Cristo, es reservado única y exclusivamente para designar al Papa, pues es él y sólo él “el que hace las veces de… Cristo, en la Tierra”.
Cuando Jesucristo instituyó la Iglesia, hizo de Simón Pedro la piedra sobre la que la edifica. Simbólicamente le entregó sus llaves, como lo constata san Mateo en el Evangelio, y lo instituyó pastor del rebaño, como da cuenta el Evangelio de san Juan. El Papa es, así, el depositario de las llaves de la Iglesia y pastor del rebaño que la constituye. “Lo que ates en la Tierra quedará atado en los cielos y lo que desates en la Tierra quedará desatado en los cielos” le indica Jesús a Pedro y así le da potestad para perdonar, en su nombre, los pecados de los hombres, o para retenerlos hasta un perdón posterior cuando surgiera la reconciliación.
El teólogo inglés John Henry Newman, en su obra “A letter to the Duke of Norfolk” afirma que: “La conciencia es una ley de nuestro espíritu, pero que va más allá de él, nos da órdenes, significa responsabilidad y deber, temor y esperanza. La conciencia es la mensajera del que, tanto en el mundo de la naturaleza como en el de la gracia, a través de un velo nos habla, nos instruye y nos gobierna. La conciencia es el primero de todos los vicarios de Cristo”. Esta última expresión de Newman “la conciencia es el primero de todos los vicarios de Cristo” nos explica que todo ser humano mantiene en su interior la voz de Dios, que hecha presente en nuestra toma de decisiones, viene a ser lo que en nuestro interior hace las veces de Cristo-Jesús, el Salvador de los hombres.
El Catecismo de la Iglesia Católica, en su párrafo 1778 indica que: “En todo lo que dice y hace, el hombre está obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto. Mediante el dictamen de su conciencia el hombre percibe y reconoce las prescripciones de la ley divina”
Cristo está presente, pues, en toda persona, como en el Papa, pero es él quien siempre habla, vivamente desde su enseñanza y catequesis, haciendo las veces de Cristo entre nosotros, porque él es su Vicario.