Ya es muy sonado el escándalo que ha embargado la imagen de Arnold Schwarzenegger. No es desconocido que el protagonista de películas de acción tan famosas como "Terminator", "Comando" y "Depredador", haya tenido relaciones extramaritales con una chica de servicio y que de esta unión ilegítima haya surgido un niño que actualmente cuenta con diez años.
Los errores del pasado han sido sacados a la luz en el presente (principio de causa y efecto), por lo que Arnold y Maria Shriver han decidido separarse, víctimas del tumulto y la polvareda levantada.
No se trata de juzgar, pero este “problema de famosos” ha sucedido, por desgracia, en muchos hogares de gente común y corriente. ¿Cuál podrá ser la clave para salir del aprieto? Sin duda que hay muchas opciones y salidas, pero una de las más duras -y a la vez la más sencilla- es la sinceridad, traducida en la capacidad de reconocer las propias faltas. La persona con la que hemos decidido compartir toda nuestra vida, también está en el derecho de conocer aquellas partes grises de nuestro andar.
Claro, cuando eres un artista, es fácil ocultar tus deslices por el qué dirán; cuando eres el “Gobernator”, no puedes rayar tu carrera. Pero ¿acaso el hijo no tiene derecho a saber quién es su padre? ¿Cómo sabrá explicarle a la maestra cuál es la profesión de su papá?
Los hijos nacidos de uniones ilegítimas suelen sufrir demasiado por el amor propio de sus padres. Su egoísmo corroe el amor, no dando cabida a la verdad. Y los pobres terminan pagando los fallos de sus progenitores.
Los hijos tenidos fuera del matrimonio siempre serán un tema difícil de tratar; pero, por encima de todas las teorías o soluciones posibles, la palabra amor, hecha acción, es la única que tiene significado.
Entonces, ¿matamos a Terminator? No. Mejor examinemos si nosotros también hemos usado máscaras al estilo Hollywood, mostrando una imagen de superhéroes ante los que nos rodean, mientras que archivamos aquellos asuntos molestos, complicados y que deseamos olvidar, pero que están ahí presentes.
Sinceridad y amor son los pilares para convertir estos resbalones en monumentos de gloria y generosidad. Terminator ya no es el mismo, pero hay que aprender de los errores para salir de ellos