Nuestra hija adolescente llegó muy preocupada de su clase porque la maestra les comentó que el enamoramiento dura menos de cuatro años… “Papá, le preguntó a mi esposo, ¿no sientes mariposas cuando ves a mi mamá? ¿Estás enamorada de ella?¿Mi maestra dice que el enamoramiento dura menos de cuatro años y ustedes tienen más de 25 años de casados”.
Mi esposo, sorprendido y lleno de cariño le respondió… “Ahora estoy más que enamorado de tu mamá. Ya no puedo vivir sin ella y mi amor es más maduro con el tiempo. Si se queda en puro sentimiento y emoción, puede llegar a morir”. Esta respuesta dejó tranquila a mi hija y a mí me encantó y me emocionó.
El amor es un acto de la voluntad. Es querer, querer. Es querer amar y dar lo mejor de sí a la persona amada. Es olvidarse de uno mismo, salir de los propios gustos para pensar en el otro.
Cuando una persona se enamora, siente una atracción física y espiritual hacia esa persona. En este momento los sentimientos dominan a la razón. Recordemos que la persona actúa en base a tres dinamismos: la inteligencia, la voluntad y los sentimientos. Al estar enamorados, los sentimientos afloran más que las razones. Por esto se recomienda a los enamorados que analicen bien si realmente tienen los mismos ideales en la vida y no se dejen guiar únicamente por el sentimiento.
Durante el noviazgo, los sentimientos van tomando su balance y la inteligencia hace su función conociendo a fondo a la persona. De tal forma que el enamorado(a) empieza a darse cuenta de los defectos y limitaciones de su amado(a). En estos momentos nace un amor más profundo. “Te quiero a pesar de ser de tal o cual forma”. “Te quiero como eres con virtudes y defectos”. O por el contrario, esta persona no tiene las características que quiero en un esposo(a) y es mejor terminar la relación.
Cuando se conoce a la persona como realmente es y se percibe como un bien para su vida aparece el amor-voluntad. La persona decide conquistar a la pareja, amarla, quiere quererla. Empieza la lucha constante e ingeniosa por dar lo mejor de sí y así amar cada día más. Por medio de la voluntad se mejora la convivencia y se evita caer en el peor enemigo del amor: el egoísmo. La persona egoísta busca únicamente su propio interés y esto trae como consecuencia la decepción, el aburrimiento, el fin de la alegría por la presencia del amado y tarde o temprano, la terminación del amor.
Si la persona está convencida de que su amado es un bien en su vida y decide comprometerse para realizar un proyecto de vida en común: formar una familia, no puede olvidarse de esta voluntad por amar. Albert Einstein decía: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad” La voluntad es la fuerza que mantiene unida a la pareja en la “salud y en la enfermedad”. Sin voluntad el amor fracasa al dar únicamente espacio a los sentimientos. La vida está llena de sentimientos pero estos deben estar guiados por la inteligencia y la voluntad para lograr madurar y crecer en el amor.
Si se quiere mantener y crecer en el amor de esposos hay algunos detalles que considerar:
El esposo(a) debe ser la persona más importante para su cónyuge
En una reunión, una amiga comentó que a la persona que más le dolería perder en el mundo sería a su marido. Inmediatamente suscitó comentarios. Algunas señoras pensaban que lo más doloroso sería perder a un hijo y argumentaban que al esposo lo conocieron en la calle, mientras que al hijo lo concibieron en sus entrañas. Hay una parte de razón en este argumento. Es más sencillo amar a los hijos porque son parte de ti. Sin embargo, si no hubiera sido por el cónyuge, no se tendría hijos. El amor entre esposos trae como consecuencia el nacimiento de los hijos. Los hijos deben construir su propia vida. Los esposos decidieron caminar juntos en la vida y ser la base de la familia. ¿No es argumento suficiente para dar prioridad al esposo(a)?
Toda persona que esté interesada en tener una familia unida debe luchar por amar a su cónyuge todos los días
Lo mejor que se puede ofrecer a los hijos es que sus padres se amen mucho porque esto da estabilidad y unidad a la familia. Una familia que se desenvuelve en un ambiente de amor es una familia más sana y con menos problemas.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando hay dificultades? ¿Es mejor separarse para que los hijos no vean estas diferencias? Definitivamente que no porque todos los matrimonios tienen dificultades. Es importante que los hijos sepan que la vida no es fácil y que amar es un acto de la voluntad. Es decidir querer a la persona a pesar de los problemas que puedan ocurrir. ¿Qué esperanza tiene la institución del matrimonio si ante las dificultades los esposos huyen y se cobijan en su egoísmo? El matrimonio necesita fortalecerse con actos de voluntad. No podemos olvidar que el testimonio de los matrimonios es imprescindible en la sociedad. Es importante enviar a los jóvenes el mensaje de que si es posible “amarse y respetarse toda la vida”-
El amor es respeto e implica perdonar y pedir perdón por las ofensas cometidas.
No somos perfectos y muchas veces lastimamos a los seres queridos. Hay que saber pedir disculpas y hacer actos de amor para compensar el mal que hicimos. El ejercicio de poner atención a la propia conducta para ofrecer algo mejor al otro reditúa en mayor amor y satisfacción en la pareja. Ser sincero y aceptar las fallas nos muestra vulnerables y nos impulsa a mayor unión en la pareja.
Cuando la pareja se siente cansada de los mismos problemas, es importante innovar en detalles. Siempre se puede avivar el fuego del amor. Los detalles de amor, respeto y perdón hacen que resurja y se fortalezca.
¡Toma el reto del amor y utiliza tu creatividad para querer siempre!