¿Nunca han oído este tipo de frases cuando en una familia se enteran de los problemas matrimoniales que se le presentan a su hija, o a su hijo; a su hermana o hermano; después de que se empeñó en casarse, con quien todo el mundo le había advertido que no le convenía? ¿Cuáles son las causas de que el noviazgo no cumpla con su misión llegando a la desunión del matrimonio? Existen dos motivos principales para explicarlo: Que el amor ciega de tal forma que no se ven los defectos del otro, y no haber sabido “trabajar” el noviazgo para conocerse lo mejor posible.
No perdamos de vista que, un matrimonio es la suma de dos individualidades determinadas, con ideas distintas, que han de compaginar las riquezas del sexo masculino, con las del sexo femenino; para formar una familia donde los hijos encuentren un ambiente unificado, por lo menos en lo que se refiere a los principios básicos. Ahora veamos algunas causas de problemas familiares:
1. El desconocimiento, o no aceptación, de que el matrimonio es una vocación de servicio.
2. La falta, o deficiencias en la comunicación.
3. Inadecuadas jerarquías de valores personales, o desacuerdos entre los valores de uno y otro.
4. Diferencias mayores en cultura, y educación (orden, aseo, arreglo personal, vocabulario, etc).
5. Ausencia de un programa para el desarrollo de la familia con sus objetivos a largo, mediano y corto plazo. (Es decir: el fenómeno educativo familiar basado en la improvisación).
6. Falta de un esquema de la vida familiar, con organización, derechos y deberes de cada uno de los integrantes. (Hay quienes suponen esto se opone a la espontaneidad o naturalidad de un sano ambiente familiar. Yo pienso que no necesariamente).
7. La pérdida del sentido trascendente de la vida. Así pues, algunos piensan y viven como si Dios no existiera, dándole a lo material el valor principal cayendo en el materialismo, el consumismo, o la autorrealización como fines últimos de la vida.
8. La intromisión de algunos elementos externos, y negativos, que pudieran perjudicar la autonomía familiar como por ejemplo: parientes, amigos, televisión, actividades, etc.
9. La intransigencia ante los defectos del cónyuge; que suele andar de la mano con el orgullo personal, convirtiéndose en el motivo más frecuente de disgustos.
10. Falta de control emocional en situaciones límites, y a veces en situaciones simplemente fuera de lo acostumbrado.
11. Problemas económicos (Con la ventaja de que para resolverlos, lo único que se necesita es dinero).
12. Descuidos en mantener encendida la llama del amor, con detalles concretos y muy frecuentes.
Sin duda, habrá muchas otras causas que alteran la paz matrimonial, pues la vida siempre es más rica que la teoría; además, estos problemas no suelen darse de forma aislada, sino entramados unos con otros.
Seguramente ustedes desearían fórmulas, o recetas para resolver cada uno de ellos. A este respecto, para resolver la número 9, (por referirme a un ejemplo concreto) se me ocurre que sería tomarse tres cucharadas soperas de bicarbonato disuelto en un vaso de aceite de ricino, con un chorrito de vinagre. Si lo hacen, les prometo que no tendrán las ganas de pelearse con nadie. Y si no me creen, hagan la prueba. Aunque la verdadera solución consiste en mejorar el número 12, pidiendo, dicho sea de paso, ayuda a Dios… ¡Cómo desearía que esto lo leyeran algunos novios!