Saber utilizar la Biblia correctamente
¿Qué tanto comprendemos nuestra fe?
1) Para saber
Tal vez en alguna ocasión nos hemos encontrado con un miembro de alguna secta religiosa, y nos haya llamado la atención la manera en que intentan apoyar sus discursos en la Biblia. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que no basta decir frases de la Biblia y saber su lugar, para entender su verdadero significado.
La muestra la observamos al leer el Evangelio: Después de que Jesús fue bautizado, permaneció en el desierto durante cuarenta días. Ahí el demonio quiso que Jesús cediera ante sus tentaciones y para ello utiliza palabras la Biblia: “Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa... y le dijo: «Si tú eres el Hijo de Dios, échate para abajo, porque está escrito: Mandará a sus ángeles que te cuiden y ellos te tomarán en sus manos, para que no tropiece tu pie en piedra alguna». Jesús le contestó: «También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios»” (Mt 4, 5-6).
Con ello observamos que tanto Jesús como el diablo citan un párrafo de la Biblia. Pero el diablo no sabe, o no quiere, interpretarla correctamente; en cambio, Jesús la interpreta correctamente y con ello vence al demonio. No basta decir que lo dice la Biblia, sino es preciso entenderle e interpretarlos bien.
La Biblia es un libro sagrado. Fue escrita por hombres inspirados por el Espíritu Santo. Con mucha razón se puede decir que es Palabra de Dios. Siendo un libro tan importante, hay que tener con él mucho respeto y cuidado.
Sabiendo el señor que nos podíamos equivocar, envió el Espíritu Santo para guiar a la Iglesia Católica, para que ella a su vez enseñara a los fieles con su Magisterio. Para poder entender con mayor profundidad y sin error las verdades reveladas, el Espíritu Santo nos auxilia también a cada uno con el Don de Entendimiento.
2) Para pensar
En ocasiones experimentamos satisfacción al resolver un problema. No importa de qué tipo: cuando primero nos encontramos a oscuras y, de repente, nuestra inteligencia se ilumina y vemos la solución, una gran alegría y descanso nos invade.
Nadie nace sabiendo, sino que es a lo largo de la vida como vamos adquiriendo nuestros conocimientos. Por ejemplo, hubo un momento en que nos explicaron las señales de tránsito. Eran signos que al principio desconocíamos su significado, pero alguien nos lo enseñó: en el semáforo, el “rojo” significa la obligación que tienen los carros de detenerse y el “verde” significa la posibilidad de continuar conduciendo. En cuanto lo entendimos, ya no lo olvidamos. Precisamente la palabra entendimiento proviene del latín “intelligere” (intus legere) que significa “leer interiormente”.
Como el lenguaje de la Biblia en ocasiones es simbólico, no es fácil entenderle, necesitando para ello la ayuda del Espíritu Santo. Ese auxilio nos llega a través del Don de Entendimiento que se lo da a la Iglesia Católica, la cual nos enseña la correcta interpretación. Pensemos si prestamos la debida atención cuando la Iglesia nos explica la Palabra de Dios, sea a través del Papa, de sus escritos, o de las homilías que oímos en la Santa Misa.
3) Para vivir
De manera semejante como un alumno intenta poner su mejor esfuerzo para entender los conocimientos que le enseñan en la escuela; así también en cuanto a las verdades espirituales, hay que poner un esfuerzo para entenderlas. No podemos esperar comprender las verdades sobrenaturales sin poner de nuestra parte el esfuerzo necesario.
Si tenemos posibilidad de leer en el Catecismo, o en otro libro espiritual, las verdades básicas de nuestra fe, no tenemos por qué esperar a que Dios nos dé unas iluminaciones extraordinarias. Si a veces nos cuesta un poco más entender algún pasaje o una verdad espiritual, acudamos al Espíritu Santo quien nos lo hará entender con mayor profundidad. Antes de comenzar a leer los Evangelios, o de escuchar la Sagrada Escritura durante la Santa Misa, acudamos al Espíritu Santo y pidámosle nos comparte un poco de su luz para entender con mayor claridad.