1) Para saber
En el ambiente taurino es muy renombrado el torero Curro Romero de Sevilla. Fue memorable una ocasión cuando cortó ocho orejas a seis toros, siendo el torero que más orejas ha cortado en una tarde en la principal plaza de toros de Sevilla, La Maestranza. Incluso tiene un monumento en Sevilla.
Se retiró en el año 2000 habiendo realizado alrededor de 900 corridas. Se retiró con 66 años, después de 42 años de actividad profesional. En 1962, Curro debutó en la Monumental de México.
El 3 de marzo de 2001 un jurado lo incluyó dentro de la lista de los 10 toreros más importantes del siglo XX. Hay una anécdota en la vida del Curro que nos ayudará a reflexionar.
2) Para pensar
El periodista Antonio Burgos escribió su biografía en un libro que intituló: “Curro Romero, La Esencia”.
Ahí nos relata una anécdota de la niñez del Curro: resulta que siendo niño iba al colegio y tenía un compañero de clase el cual siempre llevaba algunas sabrosas castañas. A Curro se le antojaban mucho y deseaba comerlas. Sin embargo, por ser de una familia de escasos recursos no tenía para comprarlas.
La madre de Curro, no obstante su penuria, había podido ir ahorrando con mucho esfuerzo durante varios años unas monedas de plata que guardaba para cuando se presentara una enfermedad o una emergencia.
El niño Curro se había dado cuenta dónde las guardaba y un mal día se le ocurrió tomarlas para cambiárselas a su amigo por unas castañas. Y así lo hizo. A escondidas tomó todas las monedas de plata y llegó a su escuela donde hizo el intercambio. Y cuenta el Curro que en ese momento pensó que había hecho el mejor negocio de su vida. No pensó así su mamá cuando se enteró y ya nos podemos imaginar la regañada y castigo que le puso.
Unas castañas por unas monedas de plata. Así es la Alianza que tenemos con Dios, y ese sí es el mejor negocio. Le damos lo poco que tenemos y somos y Él, en cambio, nos ofrece su Amor, la Vida eterna.
Nuestras obras, oraciones, actividades, aunque estén bien hechas, no dejan de ser pequeñas ante Dios, ante Él serían como unas simples castañas. Sin embargo, el Señor, por su gran amor y misericordia, las recibe unidas al sacrificio de su Hijo y nos devuelve su amor, esas monedas de plata, que son más que la plata y el oro.
Pensemos si somos agradecidos con el Señor por esas “monedas” que no deja de darnos.
3) Para vivir
A veces podemos distorsionar el valor de las cosas y considerar que lo que queremos es de mayor valor que los bienes espirituales que Dios nos otorga.
En un punto de su libro “Camino”, San Josemaría Escrivá nos invita a reflexionar sobre la generosidad de Dios: “Considera lo más hermoso y grande de la tierra..., lo que place al entendimiento y a las otras potencias..., y lo que es recreo de la carne y de los sentidos... Y el mundo, y los otros mundos, que brillan en la noche: el Universo entero. –Y eso, junto con todas las locuras del corazón satisfechas..., nada vale, es nada y menos que nada, al lado de este Dios mío! – tuyo!– tesoro infinito, margarita preciosísima, humillado, hecho esclavo, anonadado con forma de siervo en el portal donde quiso nacer, en el taller de José, en la Pasión y en la muerte ignominiosa... y en la locura de Amor de la Sagrada Eucaristía” (n. 432).
Vivamos agradecidos con el Señor no dejando de manifestárselo.