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¿Quién es el Papa?

El Papa no es solamente una persona elegida por los cardenales del Vaticano para dar a conocer el Evangelio. El origen del Pontificado, así como su misión, son elementos mucho mas complejos que se originaron hace dos mil años con el nacimiento de la Iglesia Católica.

Jesucristo escogió doce hombres de su misma región y con ello constituyó un grupo estable. Estos fueron los miembros de la primera comunidad de discípulos a quienes Jesús se manifestó personalmente a quienes envío, mas tarde, por todo el mundo para predicar el Evangelio (Mc. 16,15). El testimonio de estos doce Apóstoles que afirman de Jesús: “ Le hemos visto y oído” (1 Jn. 1,1 Jn 1,3) es el gran tesoro sobre la vida del Salvador, sus hechos, sus enseñanzas, su pasión, su muerte y resurrección que nos llega por el Nuevo Testamento y por la Tradición viva de la misma Iglesia.

El Papa, sucesor de Pedro

Entre aquéllos doce Apóstoles Jesús eligió a uno de ellos para que encabezara el grupo. Se llamó Simón, natural de Betsaida, pescador de profesión, a quién le cambió el nombre por el de Pedro, que significa piedra.

A él y solo a él trató como cabeza de grupo, piedra angular y visible sobre la cuál el mismo Jesús edificó su Iglesia (Mt. 16,18).

A Pedro le confió el cuidado de las ovejas y los pastores (Jn. 21,15-17), y le entregó “ las llaves”, símbolo universal de la autoridad (Mt.16,19).

La sabiduría de Dios determinó esa forma de construir la comunidad de seguidores de Jesús, muy de acuerdo con nuestra naturaleza humana para así tener, con la asistencia del Espíritu Santo, la identidad de la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica.

Decimos que la Iglesia es Católica, Apostólica y Romana. Jesús no vivió en Roma ni estuvo nunca en ella, pero Pedro, pocos años después de la muerte de Cristo en Jerusalén, se fue a Roma a evangelizar aquel mundo y allí fue martirizado en el año 67. Según una antiquísima tradición, murió crucificado cabeza abajo, por petición suya, porque no se consideraba digno de morir en la misma posición en que había muerto su Maestro.

Los restos del Príncipe de los Apóstoles descansan debajo del altar sobre el cuál se alza la cúpula de san Pedro en Roma, que fue construida sobre un primitivo cementerio primero pagano y luego cristiano.

La responsabilidad concedida personalmente a Pedro fue transmitida a sus sucesores Lino, Cleto, Clemente, Sixto, etcétera, hasta Juan Pablo II, de la misma manera que el oficio también ministerial, concedido a los Apóstoles, fue transmitido a los obispos hasta nuestros días.

El Primado de Pedro
Teniendo a la vista los textos bíblicos que se refieren a Pedro, es difícil no reconocer que Cristo le dio un lugar de primer orden en el grupo apostólico. La Institución del Pontificado Supremo no es una creación de los cristianos posteriores a los primeros tiempos de la Iglesia, sin base alguna en las Escrituras. No la inventamos nosotros, la encontramos ya dada y no es fácil ponerla en duda a la luz de la Palabra de Dios y de la Tradición de la Iglesia. Pero, más que de un Primado Jurídico, la Iglesia habla siempre del Primado Pastoral, porque así se trasluce mejor la imagen del pastor que es modelo de todo servicio eclesial. Jesús vincula la presidencia de la comunidad no a la sabiduría humana, ni a la experiencia, ni a la estrategia, sino al amor: “¿Simón, hijo de Juan, me amas más que éstos?” (Jn. 21, 15-17). Amor para servir a todos, que no rechaza a nadie, que acoge siempre, incluso si esto se hace difícil, como cuando debemos amar al enemigo.

(Fragmentos del documento elaborado para la visita del Papa a Cuba en enero de 1998).