¿Qué significa el “Canto de Entrada”?
1) Para saber
Un periodista español que pudo presenciar varias Misas celebradas por el Papa Juan Pablo II en su visita a España, escribía poco después en una revista su experiencia: “El Papa me ha enseñado, en primer lugar, el recogimiento, Pocas veces he visto a un hombre tan metido en Dios, tan absorto como Juan Pablo II cuando seguía desde la sede las ceremonias litúrgicas. Ya se cantara, ya se promulgara la Palabra, él seguía embebido en Dios. Este recogimiento profundo fue para mí su primera lección asombrosa”.
Así como le sucedió a este periodista, habría que aprender también nosotros las lecciones calladas del Papa. Son enseñanzas para todo el pueblo cristiano: Saber comportarse en una ceremonia litúrgica. Si el Papa lo logra, se debe a que comprende la gran realidad que es una Misa, así como su profundo simbolismo.
2) Para pensar
Las cosas se conocen mejor si se saben sus inicios. Nadie suele empezar a leer una novela por la mitad. Y si se asiste al cine, se procura llegar a tiempo, pues se corre el peligro de perderse algo importante al principio de la película y luego ya no entenderle del todo. Pues si en actividades poco importantes procuramos llegar a tiempo o comenzar siempre por el inicio, no es menos importante la celebración de una Santa Misa.
La celebración de la Santa Misa empieza con la entrada del sacerdote que se dirige procesionalmente hacia el altar. Es una procesión que puede ser muy solemne en la que va acompañado de unos ministros que llevan los evangelios, la cruz y unos cirios, etc., o también puede ser de una manera sencilla en donde sólo lo acompaña un ayudante o acólito. Esa procesión está llena de simbolismo.
La procesión significa el camino hacia la nueva Jerusalén, es decir, el camino hacia el Cielo donde se encuentra Dios, y es el mismo Cristo quien nos acompaña en el caminar de esta vida a través de la Eucaristía y de la Palabra. Es Cristo quien nos conduce y guía. En el sacerdote que camina hacia el altar podemos contemplar la imagen de Cristo que va a ofrecerse en sacrificio por nosotros. Por eso se recibe de pie: es una actitud que indica respeto hacia el sacerdote, ministro de Cristo, y también muestra la disponibilidad para participar en la Misa que comienza. Mientras se dirige el sacerdote al altar, todo el pueblo presente lo acompaña con un “canto de entrada”, llamado también “introito”. “El fin de este canto es abrir la celebración, fomentar la unión de quienes se han reunido, elevar sus pensamientos a la contemplación del misterio litúrgico o de la fiesta” (Instrucción General del Misal Romano, n.25).
Además, el contenido de esos cantos suelen introducir a la fiesta litúrgica que se celebra ese día, o nos recuerdan el tiempo litúrgico que se está viviendo, pues son palabras llenas de contenido. Por ejemplo, muchos de esos cantos nos invitan a alegrarnos, sabiendo que Cristo, en la persona del sacerdote, hace su aparición entre nosotros. Algunos de ellos dicen: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca” (Introito del domingo III de Adviento). O en otro: “Llenaos de alegría los que estabais tristes” (Introito del domingo IV de Cuaresma). Pensemos cuánto nos empeñamos para llegar a tiempo y si ponemos toda nuestra atención desde el primer momento de la Misa.
3) Para vivir
Un buen propósito será cuidar la asistencia a la Santa Misa desde el inicio. La puntualidad nos ayudará a estar más atentos y, además, al participar de los primeros momentos no dejaremos pasar esos primeros momentos de la Santa Misa que se dedican a pedir perdón de nuestros pecados y así estar en mejores condiciones interiores para la celebración en la que se participa.
Incluso vale más llegar varios minutos antes de comenzar, que un minuto después. Pues si llegamos antes, podemos irnos preparando rezando, estando en paz. Si llegamos tarde, además de poder perder el sosiego y la paz, distraeremos a quienes sí llegaron a tiempo.