NTRODUCCIÓN
El libro de los record Guinness 1992 coloca a la Orden de Malta, con poco más de hectárea y media de extesión, como el país más pequeño del mundo. Clío, la prestigiosa revista de cultura, con un artículo del historiador Carlos Blanco en su número mensual de abril de 2003, la señala, «…a pesar de su reducido tamaño, de carecer de territorio propio, de estar enclavada dentro de la ciudad de Roma y de que sus súbditos se encuentren esparcidos por todo el mundo» como «un Estado independiente (…) fiel a los principios de la Orden religiosa de la que surgió hace nueve siglos».
¿Dónde arraiga su existencia? ¿Qué relación hay entre los Caballeros de Malta y la Orden de Malta? ¿Siempre se han llamado así? ¿Orden militar, religiosa y nobiliaria? ¿Es verdaderamente un país? ¿Estado independiente y Orden religiosa? ¿Quién la gobierna? ¿Cómo se rige? ¿Quiénes son sus ciudadanos? ¿A qué se dedican sus miembros? ¿Cuál es la utilidad de la Orden?
EL NACIMIENTO DE LA ORDEN HOSPITALARIA DE SAN JUAN DE JERUSALÉN
JERUSALÉN 1050
Hablar de la Orden de Malta es referirse a la más importante de las órdenes militares por su extensión física y duración. En su longeva vida ha cambiado el nombre en diversas ocasiones. El inicial fue Hospitalarios de San Juan de Jerusalén; posteriormente Caballeros de Rodas y, el actual, Caballeros de Malta. Su fundación se remonta al año 1050, en el periodo de las cruzadas, cuando su fundador, el hoy beato Gerardo, constituye un hospicio y poco más tarde, el 15 de febrero de 1113, consigue del Papa Pascual II la bula de aprobación religiosa para el establecimiento de una iglesia, un convento y un hospital en los que se pudiera asistir a los peregrinos de cualquier fe o raza que acudieran a Tierra Santa.
Aun antes de las cruzadas los mesones se hacían necesarios para albergar a los peregrinos. Los «hospitia» o «xenodichia» eran eso. Pertenecían a naciones diversas: en la época de Carlomagno existió el hospicio franco; el hospicio húngaro estuvo en funciones durante la época del Rey San Esteban. No obstante, el más famoso fue el hospicio italiano instaurado por los mercaderes italianos de Amalfi, creado justo a la mitad del siglo XI. La relación establecida entre el origen de los Hospitalarios y esa fundación italiana parece poco convincente. Los Hospitalarios tenían desde entonces a San Juan Bautista como patrono, mientras que el hospicio estaba dedicado a San Juan de Alejandría. Los Hospitalarios, además, adoptaron la regla de San Agustín y su monasterio fue autónomo desde el inicio mientras que el de los Amalfi seguía la regla benedictina y dependía de un monasterio. Con las cruzadas el hospital italiano vino a menos mientras que el de Gerardo se benefició de la presencia de los cruzados y la gratitud hacia su hospitalidad. Esto posibilitó que Gerardo adquiriera los primeros territorios e ingresos económicos incluso fuera del reino de Jerusalén.
La acumulación de recursos por parte del primer superior de la Orden facilitó que su sucesor, Frey Raymond de Provenza (1120-1160), erigiera edificios más amplios y que el hospicio se convirtiera realmente en un hospital. Propiamente, los Hospitalarios nacen con Frey Raymond de Provenza, autor de la regla que establece únicamente su conducta como religiosos y enfermeros. En ésta se instituye que el hospital mantendrá fijos cinco médicos y tres cirujanos. Los hermanos desarrollarían la función de enfermeros. Hacia el año 1150 se calculó que hasta 2000 enfermos y peregrinos recibían cuidados.
Con las consecuentes donaciones, Raymond innovó por segunda vez: para acompañar y defender a los peregrinos, sufragó el costó de una escolta armada que se convertiría en ejército formado por caballeros reclutados entre los cruzados de Europa. Se originaban, consecuentemente, los grados militares más antiguos de la orden: el de mariscal (que comandaba a los caballeros) y el de copler (que dirigían a la caballería ligera).
El quinto sucesor de Raymond, Frey Gosbert (1177), se distinguió como hombre de armas. En lo sucesivo, varios Maestres perecieron en el campo de batalla. Así, la Orden de San Juan se convirtió en militar sin perder el acento hospitalario. Mas aparecerá una mención explícita del servicio militar que prestará la Orden hasta los estatutos del noveno Gran Maestre, Frey Alfonso de Portugal, hacia el 1200. A partir de este momento quedan definidas tres clases de miembros: los hermanos militares, los hermanos enfermeros y los hermanos capellanes. De este modo, mientras los Templarios y los Teutónicos eran puramente militares, la Orden de San Juan pasaba a ser orden mixta.
LOS CABALLEROS HOSPITALARIOS Y LOS CABALLEROS TEMPLARIOS
De suyo, la Orden coetánea de los Templarios tenía la regla monástica cisterciense y vestían un hábito distinto, el hábito blanco con una cruz roja, mientras que los Hospitalarios usaban manto negro con una cruz blanca que, al ir a la guerra, cubrían sobre su armadura con un sobretodo rojo con una cruz blanca. Ambas órdenes tenían el mismo rango ante la Iglesia y el Estado; eran reconocidas como órdenes regulares y el Papa les concedía independencia de cualquier autoridad espiritual y temporal (salvo la de la Sede Apostólica), exención de diezmos, derecho a erigir y tener capillas y cementerios propios y la asignación de la defensa militar de Tierra Santa. En el campo de batalla compartieron puestos y se turnaban en vanguardia y retaguardia.
HOSPITALARIOS Y EL REINO LATINO DE JERUSALÉN
La historia de los Hospitalarios entronca en íntima relación con la del Reino Latino de Jerusalén. Con él compartieron prosperidad y adversidad. En el apogeo llegaron a poseer hasta siete fortalezas (como Margat y Krais en Trípoli). En Europa se les acreditaron alrededor de 19 000 casas o fincas lo que supuso una organización y administración financiera que asegurase el cobro regular de los ingresos que emanaban de estas posesiones. Hacia 1270, el décimo séptimo Gran Maestre, Frey Hugo de Ravel, unificó las tierras uniéndolas a una sola casa y colocándolas bajo control de un caballero de la orden llamado, primero, preceptor y posteriormente comandante. Éste se encargaba de recolectar dos tipos de rentas destinadas para las casas de Tierra Santa y para el sostenimiento de la comunidad. Gracias a estos recursos, la Orden sobrevivió algún tiempo tras la conquista del Reino de Jerusalén por parte de las tropas de Saladino en 1187. Conservó posesiones en el Principado de Trípoli pero, tras la caída del fuerte monástico de San Juan de Acre en 1291, las perdió.
Con la pérdida del último baluarte sus miembros buscaron refugio, bajo el Gran Maestre, Frey Jean Foulques de Villiers (o Villaret según otras versiones), en el Reino de Chipre. El Rey Amaury les asignó las costas de Limasol como residencia. Así, los Hospitalarios vieron necesaria una modificación en sus artes de guerra para la defensa de los peregrinos y los lugares santos: equiparon flotas para pelear en el mar y, todavía bajo la guía de Foulques de Villiers, conquistaron la isla de Rodas produciéndose una completa transformación de la Orden.
LOS CABALLEROS DE RODAS
RODAS 1310-1522
A partir de este momento, el Gran Maestre fue soberano temporal de la isla, un principado eclesiástico bajo soberanía de los Emperadores del Este. Aunque Villaret se preocupó por construir un nuevo hospital, el cuidado de los enfermos fue secundario pues el tiempo de los religiosos para atenderlo era poco. Por eso el nombre de «Caballeros» prevaleció desde entonces sobre el de Hospitalarios.
Tras la supresión de los Templarios en 1312 y la posterior fusión a la Orden Hospitalaria por parte de los Templarios restantes, se incrementaron las riquezas de los Caballeros de Rodas y su cariz marcial. Desde ese momento la organización de la orden tomó forma definitiva: un cuerpo dividido en lenguas, prioratos y encomiendas. En un inicio las lenguas eran siete con su propio administrador (Provenza, Auvernia, Francia, Inglaterra –con Irlanda y Escocia–, Italia, Aragón-Navarra, y Alemania), a las que se agregó Castilla y Portugal, en 1492, para constituir la octava lengua. El Gran Maestre podía ser elegido de cualquier lengua ejerciendo la autoridad suprema.
Cada lengua estaba dividida en prioratos. La cabeza tenía derecho a recibir caballeros nuevos y visitar las encomiendas. Los prioratos eran 24 y las encomiendas o subdivisiones 656. Los puestos se asignaban por antigüedad; después de tres campañas («caravanas»), se tenía derecho a una encomienda.
Un cambio importantísimo fue la permuta de caballeros a corsarios. La piratería musulmana suponía un flagelo al comercio cristiano en el Mediterráneo. La acentuada continuidad en la defensa del mundo cristiano exigía la existencia de una fuerza naval y la Orden construyó una potente flota para surcar los mares. Los Caballeros de Rodas armaron cruceros, siguieron a los piratas sofocando los asaltos y, a la vez, incursionaron en las costas enemigas como Esmirna y Alejandría motivando a los turcos otomanos de Iconio a tomar la defensiva. Tras conquistar Constantinopla, el Rey Mehemet se esmeró en expulsar de Rodas a los Caballeros. En 1480, bajo el Gran Maestre Frey Pierre d´Aubusson, repelieron las fuerzas del Rey otomano. En 1522, Solimán II, con una flota de 400 barcos y 140 000 hombres volvió a atacar. Durante seis meses los Caballeros resistieron el asedio, ahora con Frey Philippe Villiers de L´Isle Adam a la cabeza. Desprovistos y agotados, fueron vencidos y expulsados de Rodas con honores militares como gesto de admiración y la magnanimidad de Solimán II quien les prestó sus barcos para que partieran a Europa.
Ya dispersados en sus encomiendas, Frey Philippe obtuvo de Carlos V, con la aprobación del Papa Clemente VII, la concesión de la isla de Malta, dependiente del Reino Borbón de Sicilia, soberanía que les fue concedida en 1530.
LOS CABALLEROS DE MALTA
MALTA 1530-1798
Pronto reasumieron la forma de vida practicada en Rodas. Resistieron a los piratas de Berbería con apenas siete galeras y formaron un valioso contingente en las grandes expediciones de Carlos V a Túnez y Argel. Poco más tarde equiparon más galeras para cazar a los turcos, lo que les atrajo nuevos ataques de Solimán II. El Rey turco reunió a todas las fuerzas de su Imperio para sacar a los ahora Caballeros de Malta de su refugio. En 1565 los Caballeros, a las órdenes del Gran Maestre Frey Jean de la Valette, quien daría su apellido a la actual capital de la República de Malta, La Valetta, defendieron la isla del ataque otomano que duró cuatro meses. Al retirarse, los turcos dejaron 30 000 muertos. La Orden no se desharía de su adversario hasta la batalla de Lepanto en 1571 cuando los otomanos sufrieron el golpe fatal.
Tras estos hechos, la historia de Malta se reduce a pequeños encuentros marítimos. Un periodo de purificación se avecinaba: en algunas casas de la Orden se propició un ambiente enrarecido entre algunos de sus miembros. Las escenas de violencia y brutalidad vividas ejercieron mala influencia, lo que se reflejó en las actitudes de algunos de los caballeros. Fue en este momento cuando el matiz nobiliario de la orden se acentuó. Los caballeros eran reclutados entre la nobleza europea. El efecto del protestantismo enrareció algunas encomiendas asignadas a la nobleza protestante (como el caso de Bailiwick de Sonenburgo, en Prusia, que despareció en 1810). Su declive empezó con la confiscación de sus posesiones en aquellos lugares donde la así llamada «reforma» religiosa amainó al credo católico.
1798: EL EXILIO
Dos siglos más tarde, El 12 de junio de 1798, Napoleón Bonaparte realizó campañas de expedición-conquista a Egipto ocupando la isla. Los Caballeros de Malta, que tenían prohibido por Regla luchar contra otros cristianos, se vieron obligados a abandonar la isla. El centro de la Orden comandada por el Gran Maestre, el Freire-Conde von Hompesch, se rindió al general Bonaparte.
En 1800, los ingleses ocuparon la isla. En 1802, con el Tratado de Amiens entre Gran Bretaña y Francia, fue reconocida la soberanía de la Orden sobre Malta. No obstante, la paz entre estas dos potencias sólo duró un año y no se respetó el acuerdo. En 1814, firmaron nuevamente el Tratado de París reconociéndose a la corona británica como soberana y propietaria de la isla de Malta. La Orden no pudo retornar jamás.
UNA ORDEN DESPOJADA
1834: ROMA, LA POSTERIDAD INMEDIATA
Hacia 1797, a cambio de ser elegido Gran Maestre, el Zar Paulo de Rusia les asignó muchas propiedades en sus dominios pero su elección no fue reconocida por el Papa.
De 1805 a 1879 no hubo Gran Maestre. León XIII restableció el cargo otorgándolo al noble autriaco Geschi di Sancta Croce. Después de transferirse temporalmente a Messina, Catania y Ferrara, en 1834 la Orden se estableció en Roma donde, desde entonces, posee con garantía de extraterritoriedad, la villa en el Aventino y el Gran Palacio Magistral en Vía Condotti 68. La Orden fue convocada para asistir a la Convención de Ginebra en 1864 con igual dignidad entre las grandes potencias.
En 1910, con Galeazzo von Thun Hohenstein de Gran Maestre, los requisitos de admisión eran: nobleza, fe católica, mayoría de edad e integridad social. Existían sólo cuatro prioratos: uno en Bohemia y tres en Italia.
LA SOBERANA ORDEN DE MALTA
ESTADO ACTUAL DE LA ORDEN
La misión original de asistencia hospitalaria se ha reintensificado a lo largo del siglo pasado. La actividad caritativa se desarrolló a gran escala durante las dos grandes guerras mundiales bajo los mandatos de los Grandes Maestres Frey Ludovico Chigi Della Rovere Albani y Frey Angelo de Mojana di Cologna (1962-1988).
La Orden conserva el privilegio de ente independiente y soberano. Tiene su ordenamiento jurídico, expide pasaportes, emite sellos, acuña monedas y da vida a los organismos melitenses dotados de personalidad jurídica autónoma. Desde 1988, elegido de por vida, la cabeza de la Orden es el Príncipe Gran Maestre Frey Andrew Willoughby Ninian Bertie, un inglés nacido en Londres el 15 de mayo de 1929, emparentado con el Conde de Lindsey (antiguo reino anglosajón del norte de Inglaterra) y Abingdon. Se educó en el colegio Amplesforth, de los benedictinos, en Yorkshire, y se licenció en Historia Moderna en el Christ Church College de Oxford. También estudió en el Instituto de Estudios Africanos y Orientales de la Universidad de Londres.
El actual Gran Maestre, de 1948 a 1950, prestó servicio militar en los «Scots Guards», obteniendo el grado de oficial. Impartió clases de Lengua Moderna (español y francés especialmente) en el Instituto benedictino de Sussex, el Worth School.
Aficionado a la jardinería, la natación y el esgrima, en 1955 ingresó a la Soberana Orden Militar de Malta y, al poco tiempo, pronunció sus votos perpetuos: en 1981 pasó a ser miembro religioso. En abril de 1988 fue elegido 78º Gran Maestre.
La Orden, neutral, imparcial y apolítica, mantiene relaciones diplomáticas con 93 Estados, es observador permanente ante las Naciones Unidas y la Comisión de la Unión Europea además de contar con representaciones antes 16 organismos internacionales como la FAO o la UNESCO.
Al día de hoy las actividades de la Orden son gestionadas por seis Grandes Prioratos, cuatro Subprioratos y 46 Asociaciones Nacionales. El Gran Maestre, en calidad de soberano temporal y superior religioso, preside el Soberano Consejo formado por cuatro altos cargos (Gran Comendador, Gran Canciller, Gran Hospitalario y Recibidor del Común Tesoro) y otros seis miembros elegidos por el Capítulo General por cinco años.
El ordenamiento jurídico se refleja en la división de poderes propios de todo Estado moderno: el poder legislativo, ejecutivo y judicial (éste último compuesto por los Tribunales Magistrales de Primera Instancia y Apelación formados por jueces nombrados por el Maestre entre los miembros de la Orden expertos en derecho).
ORDEN RELIGIOSA, ACCIÓN CARITATIVA Y CARACTER NOBILIARIO
Como Orden religiosa está ligada a la Santa Sede. Su carácter religioso convive con su plena soberanía. El Gran Maestre es cabeza de un Estado soberano y superior religioso. Según el Derecho canónico está definida como orden religiosa laica. Algunos de sus miembros son freires que han profesado los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia; otros miembros sólo han hecho una promesa de obediencia, mientras que la mayoría son laicos.
Su bandera tiene como insignia una cruz con ocho puntas las cuales hacen referencia a las Bienaventuranzas. Ponen así de manifiesto su espiritualidad.
De acuerdo a las normas de su Constitución, el Papa nombra a un Cardenal patrono como representante suyo ante la Orden. Éste tiene la función de promover sus intereses espirituales y de ocuparse de las relaciones con la Sede Apostólica. El Santo Padre también concede un privilegio de presentación-propuesta entre una terna de candidatos por parte de Gran Maestre para designar al Prelado que será el superior eclesiástico del clero de la Orden.
Afín a sus principios y fieles a la defensa de la fe y la ayuda a los necesitados, los más de 11 500 Caballeros y Damas de la Orden y los 80 000 voluntarios permanentes, trabajan en el campo de la asistencia médica, social y humanitaria en más de 110 países. A través del «Malteser International» actúa en primera línea en catástrofes naturales y conflictos bélicos. En él trabajan 100 expertos en ayuda humanitaria de emergencia junto a 900 agentes locales en zonas en crisis como Kosovo, Afganistán, Sudán y el sudeste asiático. El «Malteser International» actúa en colaboración con la red de la Orden de Malta conformada por 46 asociaciones nacionales en cinco continente y sus 93 embajadas en el mundo.
Las actividades de la Orden experimentan un desarrollo particularmente intenso en Medio Oriente y África. Sin distinción de raza o religión, desde hace más de 40 años la fundación melitense CIOMAL (Comité Internacional de la Orden de Malta) trabaja activamente en el tratamiento de la lepra e interviene en la lucha contra otras enfermedades y discapacidades además de contar con programas para madres y niños que padecen SIDA en el tercer mundo. Sus misiones más significativas están en Kosovo, Macedonia, Mozambique, Turquía, El Salvador, India y la zona africana de los Grandes lagos.
En 2005 destacó su respuesta al tsunami con más de 30 millones de euros recavados de la solidaridad de sus miembros y al huracán Katrina en Estados Unidos. Sus médicos han actuado en escenarios de crisis como Afganistán, Rumania, Níger y Paquistán.
Ser Hospitalario en este milenio significa «dedicarse a aliviar el sufrimiento y llevar el consuelo de la caridad cristiana a los afligidos donde sea necesario: enfermos, marginados, perseguidos, refugiados…» Toda esta labor la cumplen a través de sus hospitales, centros médicos, residencias para ancianos, minusválidos y centros para enfermos terminales.
La naturaleza caballeresca típica aún hoy se explica y justifica con el mantenimiento del carácter nobiliario de la Orden pues muchos de sus miembros procedían de familias nobles del mundo cristiano. Hoy la mayoría de caballeros no pertenece a clases nobles. Este carácter tiene vigencia moral: denota el espíritu de servicio, abnegación y disciplina que les anima a actuar. Ahora las batallas no son cruentas sino pacíficas. Se libran en la lucha contra la miseria, la enfermedad, la marginación, la intolerancia y con la defensa y divulgación de la fe católica.
Según la Carta Constitucional de 1997, los miembros de la Orden se dividen en tres clases. A la primera pertenecen los Caballeros de Justicia o Profesos, y los Capellanes Conventuales Profesos, que deben profesar los tres votos con el fin de perseguir la perfección evangélica. Son religiosos a todos los efectos, a tenor de las normas del Derecho Canónico, pero sin obligación a la vida común. La segunda clase, en virtud de la promesa de obediencia, se obliga a vivir según los principios cristianos y los relativos a la Orden. Se subdividen en tres categorías: Caballeros y Damas de Honor y Devoción en Obediencia, Caballeros y Damas de Gracias y Devoción en Obediencia y Caballeros y Damas de Gracia Magistral en Obediencia. La tercera clase la constituyen miembros laicos que no profesan ni votos ni promesa de obediencia pero que viven según los principios de la Iglesia y de la Orden. Tienen seis subdivisiones: Caballeros y Damas de Honor y Devoción, Capellanes Conventuales ad honorem, Caballeros y Damas de Gracia y Devoción, Capellanes Magistrales, Caballeros y Damas de Gracia Magistral y Donados y Donadas de Devoción.
LA ORDEN DE MALTA Y LA REPÚBLICA DE MALTA
Según lo acordado con el gobierno maltés vigente, la Orden ha vuelto a la isla de Malta concediéndoseles por 99 años, el uso del fuerte de Sant´Angelo, propiedad suya desde 1530 hasta la ocupación napoleónica. La Orden ha restaurado la antigua fortaleza y hoy es la sede de la Academia Internazionale Melitense que desarrolla actividades de carácter histórico y cultural.
CONCLUSIÓN
La Orden de Malta nació en la Edad Media. Ha permanecido en la historia gracias a la función hospitalaria que le ha caracterizado. Fue militar pero conservó su razón de ser. Este hecho, su génesis de ayuda y servicio, es el que le ha permitido perseverar y persistir en la historia. Otras Órdenes medievales fueron estrictamente militares pero, al perder su fundamento militar, inutilizaron su razón de existir.
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