Practicar la castidad en una era no casta
¿Por qué es importante la castidad?... ¿Es realmente una virtud para nuestro tiempo? En efecto, la castidad es una virtud para nuestro tiempo, y toma la prioridad en nuestros días.
En 1993 la novelista francesa, Françoise Sagan, fue entrevistada y decía: “Yo tuve una suerte increíble pues justo al crecer se inventó la píldora. Cuando tenía 18 años, moría de pavor de llegar a estar embarazada, entonces llegó la píldora, y el amor fue libre y sin consecuencias durante 30 años. Luego vinieron las enfermedades de transmisión sexual. Esos 30 años coincidieron con mi juventud, es decir, el momento de divertirse.” En ese momento de divertirse, Françoise Sagan se casó dos veces, dos veces se divorció y fue convicta por uso de drogas. El espíritu de este tiempo es divertirse, eso hace más necesario enseñar la virtud de la castidad. Hay un abismo entre la visión secularizada de la sexualidad y la visión cristiana de la castidad.
El Catecismo de la Iglesia Católica (2337) dice: “La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biológico, se hace personal y verdaderamente humana cuado está integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer. La virtud de la castidad, por tanto, entraña la integración de la persona y la totalidad del don”.
La Sagrada Escritura dice lo mismo a su manera. La antropología bíblica ve el cuerpo humano como parte integrante de la persona. En contraste con antiguos y modernos dualismos, La Biblia deja claro que no “poseemos” el cuerpo, como si fuera algo aparte; sino que afirma que somos personas corpóreas. El testimonio bíblico tiene serias implicaciones morales. Lo que la gente hace en o con su cuerpo toca el corazón de su personalidad (cf 1 Cor, 6,9).
La castidad, como un principio de integración, es crucial para la felicidad y la santidad —para ser saludables y estar humanamente integrados. C.S.Lewis escribía en Mere Christianity, que “las perversiones del instinto sexual son numerosas, duras de curar y horrorosas”. Pero la cura empieza cuando se reconocen como perversiones. La lista es larga y deprimente. Incluye: pornografía, masturbación, relaciones premaritales, cohabitación, homosexualidad, promiscuidad, adulterio, rapto, divorcio y segundas nupcias sin anulación de matrimonio, anticoncepción, esterilización, aborto, clonación y la destrucción de embriones humanos en investigaciones.
Los veteranos del movimiento abortista en Estados Unidos hablan de “preservar el “derecho al aborto” para nuestras hijas. Si queremos matar a nuestros nietos no nacidos, estamos en nuestro derecho”. La conducta sexual desordenada está en la raíz de este cáncer en nuestra sociedad.
Los desórdenes sexuales practicados antes del matrimonio hacen la castidad más difícil después del matrimonio. Las mujeres han sido animadas a ser tan “liberadas” como los varones. Pero el desorden sexual es una receta para conflictos, infidelidades, violencia, odio y rompimiento de matrimonios. Esta es una extraña “liberación” que en vez de liberar, esclaviza y destruye.
La educación sexual en algunas escuelas tiene poco o nada que ver con la Moral. Se concentran en la fisiología y en la anticoncepción. Llevan el mensaje a los jóvenes de que si tienen relaciones sexuales, éstas deben ser “protegidas”. Este destructivo mensaje es reforzado por la televisión, el vine, la música, los videos y las revistas.
SIGNIFICADO DE LA CASTIDAD. El mensaje que lleva la verdad es simple: El gran bien que supone la sexualidad activa no debe ser separado de la procreación, el amor y el matrimonio. La intimidad sexual sólo es apropiada entre un hombre y una mujer unidos en matrimonio. El consentimiento no es suficiente; la fe y la razón deben guiar el deseo y la pasión.
Hay una diferencia entre la apetencia de comida y bebida y la apetencia sexual. La comida y la bebida son necesarias para el sustento del cuerpo, y ese apetito ha de ser regulado para que no sea una amenaza a la salud. El apetito sexual lo tiene el ser humano para que la raza humana perdure. Para que este apetito esté ordenado, ha de ser regulado también. Los individuos y las sociedades sufren cuando es mal usado o usado sin normas.
La obra cristiana más antigua, aparte de la Biblia, es la Didaché, que llama al aborto, infanticidio, fornicación y adulterio “camino a la muerte”.
Jesús no condenó ciertamente a la mujer adúltera, le dijo: “Vete y no peques más”, pero tampoco la excusó.
La Biblia dice que el amor matrimonial es un gran don de Dios. Este es el mensaje del libro del Génesis y de la Carta a los Efesios. Cuando un matrimonio vive en gracia de Dios, su matrimonio y su vida familiar llegan a ser manifestaciones de gran belleza y fuente de felicidad para ellos y para sus hijos.
Los padres de familia deben de hablar a sus hijos de castidad y hacerles ver la belleza de la virginidad. Deben de buscar el modo de estar presentes en las fiestas y en las discos, pues sus hijos están bombardeados para que dejen de ser castos.
El Catecismo de la Iglesia Católica en el n. 2345 dice: “El Espíritu Santo concede, al que ha sido regenerado por el agua del bautismo, imitar la pureza de Cristo (cf 1 Jn 3,3)”.
(Joseph F.Martino es Obispo de la diócesis de Scranton, Pensilvania. Éstos son textos selectos de una Carta pastoral publicada el 8 de diciembre de 2004)