Cuando las aguas de un río se desbordan, rompiendo todas las barreras, no hay fuerza humana capaz de encauzarlas de nuevo y la catástrofe se enseñorea por doquier.
El agua tan necesaria para la vida de los campos y de los hombres, al desbordarse se convierte en vehículo de destrucción y muerte.
Lo mismo pasa con la fuerza de la sexualidad humana. Usada en sus justos cauces naturales y de la ley de Dios, es instrumento de vida, reproducción y felicidad para el hombre, la familia y la sociedad.
Cuando en nombre de una seudo libertad,( ¡relativismo y vale todo¡) la sexualidad traspasa estos límites naturales, se convierte en torrente que arrasa y destruye cuanto encuentra a su paso.
He aquí lo que se está cociendo en Holanda, uno de los países europeos más progres y libres en lo sexual. El partido político NVD quiere legalizar el sexo con niños y animales, además de cualquier uso de drogas, tanto blandas como duras. Entre los derechos de los niños exigen la participación en las películas porno, la prostitución y el caminar desnudos en público. “El niño o niña deja de ser una persona o sujeto para convertirse en objeto del deseo sexual del adulto”.
Triste futuro el que aguarda a esta nación, a Europa y a España, al romper los diques de la sexualidad humana y pretender que en lo sexual vale todo.