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Oración desgarrada

Fui testigo, en la sala de un hospital, de cómo hay que rezar a Dios con fe y confianza.

Estaba acompañando a la esposa de un feligrés a quien iban a intervenir, a vida o muerte, tras un infarto de corazón.

Cuando le ingresaron en el quirófano, la mujer estalló en un llanto incontenible y entre sollozos se dirigía a Dios, con palabras desgarradoras, pidiendo a gritos se apiadase de ella y su familia y salvase a su esposo. Nada le importó la presencia de todos los que allí estábamos acompañándola.

Me acordé de una de tantas escenas del Evangelio, donde algunas personas de gran fe, arrancaron un milagro de la bondad de Jesús, por su mucha fe, como la hemorroisa.

El resultado de la operación fue satisfactorio y hoy día el esposo operado lleva una vida totalmente normal.

Nunca olvidaré aquella manera de orar de esa buena mujer. ¡Qué diferencia tan grande entre unas pocas palabras desgarradoras, llenas de fe y confianza, y tantos rezos a base de palabras huecas y rutinarias, con las que nos dirigimos a Dios¡.

¿No será cierto que no sabemos orar hasta que nos vemos con el agua al cuello o solos ante un peligro inminente?. Al menos pongamos atención, vida y corazón al orar.