Estaba viendo un reportaje en TV1 sobre el gravísimo problema del hambre en Nigeria. Eran imágenes crudas e impactantes. Multitud de madres con sus pequeños, arremolinadas en la misión, buscaban algo que llevarse a la boca para ellas y sus hijos.
Mientras, el primer mundo ignora o hace oídos sordos- ¿por vacaciones?- ante este apremiante problema. Sólo algunas esporádicas ayudas a través de la ONU evitan -¿por cuánto tiempo?- que la terrible hambruna, haga mayores estragos entre aquella pobre gente, abandonada a su suerte.
El periodista que hacía el reportaje pronunció una frase que se me quedó clavada en la mente y en el corazón y que brindo a la consideración de los lectores.”Si en España se diese un solo caso de que un niño había muerto de hambre, ¿se imaginan udes la cantidad de portadas, editoriales y reportajes, que hubiesen aparecido en todos los medios, dando esta noticia? Aquí en Africa, se mueren cada día, millares de niños africanos y casi nadie se entera.”.
Tanto hablar de “alianza de civilizaciones”, de “derechos humanos”, de “fraternidad universal”, de “excedentes de producción” y mientras tanto, millones de seres humanos mueren por no tener un pedazo de pan que llevarse a la boca.
Este es el mundo inhumano y egoísta que entre todos estamos construyendo. Esta situación injusta, se mire por donde se mire, está clamando al cielo.