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Misionera salesiana

Poca gente ignora que, de entre las cosas estupendas, buenas o menos buenas que tiene la Iglesia católica, una de las mejores y más admirable, es el ejército de millares de misioneros y misioneras, que por todo el mundo,
han entregado sus vidas a la causa de la evangelización y promoción humana de los más pobres y necesitados de la tierra.

Acabo de recibir, en vísperas del Domund, una carta de una misionera salesiana, que ha gastado su vida en Inharrime, Mozambique, en la admirable misión de ayudar a los más pobres de entre los pobres de ese país.

Con la ayuda de buenas personas de Europa, ha logrado levantar un complejo, regido por salesianas, con acogida para más de un centenar de niñas huérfanas de sida: Comedor, capilla, dormitorios, panadería,
enfermería, un tractor y aulas para la escolarización.

He aquí, entre otras cosas, lo que escribe: "Aquí la vida de los pobres es para mí el lugar de comunión y encuentro con Dios. Una joven de 16 años, está mal del corazón en el hospital. Su madre ha venido a llorar. Sólo
pude hacer una cosa: compartir con ella mis cosas. No tengo nada más que dar. De mi ropa interior saqué la más nueva, un camisón, una bata, dinero para el autobús... Cuando se comparte la vida, las cosas poco valen..."

Quizás este sencillo testimonio de una salesiana, pueda servir de ejemplo y generosidad en el DÍA DE LAS MISIONES.