La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha convocado a Audiencias públicas para discutir si la ley del aborto que se aprobó en el Distrito Federal el año pasado, va contra la Constitución Mexicana o no. Es una sensata disposición, pues favorece el derecho a la información, la discusión abierta con argumentos expresados, la transparencia en el quehacer público y la imparcialidad en la impartición de justicia. Dichas Audiencias se han tenido durante el mes de mayo y se prolongarán durante el mes de junio.
Ciertamente la mujer tiene derecho a ver por su propia salud, por su propio bien, pero sin afectar a terceras personas. Cuando la mujer decide interrumpir el embarazo, por los motivos que sean, por ejemplo que ha sido embarazo no deseado, está afectando a un ser humano concebido y del que ella está llamada a ser la principal protectora, al ser la madre.
Sin entrar en aspectos religiosos, la ciencia dice que desde el momento de la concepción, o sea cuando se unen la célula femenina –el óvulo- y la célula masculina –el espermatozoide- aparece una nueva entidad biológica, llamada cigoto. Este embrión desde la fase de cigoto es un organismo nuevo, que pertenece a la especie humana por el número y la naturaleza de los cromosomas; es un organismo programado, con un ADN único y singular, o sea con un patrimonio genético de un nuevo individuo humano, diferente al del papá y la mamá, y que en adelante se irá desarrollando de modo coordinado, continuo y gradual según ese genoma, desde la estatura y el color de los ojos, hasta el tipo de enfermedades genéticas a las que estará sujeto. Científicamente hablando, no hay un salto cualitativo en el desarrollo entre la semana doce y trece. Es absurdo e injusto que la legislación busque proteger la vida del concebido que cuenta con 85 días de gestación y que deje en desamparo a aquél que cuenta con 84 días de gestación, como si entre uno y otro hubiera una diferencia cualitativa.
La Constitución (en sus artículos 1, 4, 14, 16 y 22) reconoce garantías individuales, empezando por el derecho a la vida, base de los demás derechos. También la Constitución prohíbe la discriminación por cualquier causa (incluyendo la fase biológica en que se encuentre la persona).
Cualquier autoridad, ya sea del poder ejecutivo, legislativo o judicial, federal o local, carece de facultades para restringir o eliminar derechos humanos, por derivar éstos de la dignidad inherente al ser humano. Los derechos humanos, entre ellos el de la vida, son derechos imprescriptibles, irrenunciables e inembargables, anteriores al Estado, el cual únicamente debe reconocerlos y protegerlos en su legislación nacional e internacional, pero no los otorga. Tampoco dependen del reconocimiento social y, por lo tanto, no están sujetos a consensos. Es la persona la que hace las leyes no son las leyes las que crean a las personas.
Ahora bien, no se trata de enfrentar los derechos de la mujer contra los derechos del concebido. Los dos son valiosos. Busquemos que vivan los dos: dando protección a las mujeres con embarazos en crisis; el aborto provocado trae más peligros que si se da continuidad al embarazo; si la madre no ve posibilidades de asumir la responsabilidad sobre la criatura que nazca, la dé en adopción; que se faciliten los procesos de adopción; se garantice jurídica y socialmente la conciliación entre trabajo y familia; se promueva el establecimiento de guarderías; se proteja a las madres solas, a los niños que crecen en la calle.
Más que combatir el aborto, hay que ser defensores de la vida. Ahora sí entro en aspectos religiosos: Oremos intensamente para que Dios ilumine a los Magistrados, en esta delicada decisión que han de tomar. Oremos intensamente para que, más allá de la prohibición o permisividad de la ley, nuestras conductas sean según un valiente y decidido respeto y promoción de la vida humana, desde la concepción y hasta su muerte natural, especialmente de los más indefensos y necesitados.
Que Cristo Jesús, Quien no vino a ser servido sino a servir y dar la vida (cf. Mateo 20, 28) y así la entregó totalmente en la cruz, nos sostenga para estar dispuestos a gastarnos y desgastarnos como perseverantes discípulos y entusiastas misioneros suyos, a fin de que con nuestras palabras y acciones a todos llegue fecundo el Evangelio de la Vida.
+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán
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