El Papa en Estados Unidos
La oportunidad de convertirnos
1) Para saber
En estos
días en que su Santidad Benedicto XVI ha estado en Estados Unidos, celebró una Santa
Misa en el Estadio Nacional de Washington, DC. En la homilía que pronunció
habló de los objetivos de su viaje, así como lo que espera, no solo en ese país
sino de
la Iglesia
en América.
Así lo
anunciaba el Papa: “He venido a América para confirmaros, queridos hermanos y
hermanas, en la fe de los Apóstoles (cf. Lc 22,32). He venido para
proclamar de nuevo, como lo hizo san Pedro el día de Pentecostés, que
Jesucristo es Señor y Mesías, resucitado de la muerte, sentado a la derecha del
Padre en la gloria y constituido juez de vivos y muertos (cf. Hch
2,14ss). He venido para reiterar la llamada urgente de los Apóstoles a la
conversión para el perdón de los pecados”.
Recordó
que
la Iglesia
se ve impulsada por el Espíritu Santo a llevar la buena nueva de nuestra
reconciliación con Dios en Cristo a hombres y a mujeres de toda raza, lengua y
nación.
2)
Para pensar
El Papa
invitó a recomenzar reconciliándonos con Dios.
Un relato
nos muestra esta actitud de la que podemos aprender.
Sucede que
el director de una cárcel de presos peligrosos quiso que fuera a predicarles un
sacerdote. Los presos fueron obligados a ir a la capilla. El bueno del
predicador, que no las tenía todas consigo, al subir al estrado tropezó y cayó
por las escaleras. Las carcajadas de los presos no se dejaron esperar al verlo
caer.
Se
levantó del suelo y subió las escaleras. Desde arriba les dirigió unas
palabras: “Se rieron cuando caí, pero nadie aplaudió cuando me levanté. Pues de
eso he venido a decirles: No importa que hayas caído. Es fácil caerse, pero más
importante levantarse y el hombre siempre puede hacerlo. No importa que haya
cometido errores muy graves, incluso crímenes, siempre puede enmendar su vida y
rehabilitarse. Piensen que sucedería si yo me hubiera quedado en el suelo para
siempre. Pues piensen si algunos no están todavía tirados”. Para terminar les
dio su bendición que fue recibida con un profundo y respetuoso silencio.
3) Para vivir
Una
manera de vivir este levantarse y recomenzar, el Papa lo concretó mediante el
Sacramento de la Penitencia.
Comentó
el relato evangélico en que el Señor resucitado otorga a los Apóstoles la autoridad
para perdonar los pecados: “mediante el poder invencible de la gracia de
Cristo, confiado a frágiles ministros humanos,
la Iglesia
renace
continuamente y se nos da a cada uno de nosotros la esperanza de un nuevo
comienzo. Confiemos en el poder del Espíritu de inspirar conversión, curar cada
herida, superar toda división y suscitar vida y libertades nuevas. ¡Cuánta
necesidad tenemos de estos dones! ¡Y qué cerca los tenemos, particularmente en
el Sacramento de la Penitencia! La fuerza libertadora de este Sacramento, en el
que nuestra sincera confesión del pecado encuentra la palabra misericordiosa de
perdón y paz de parte de Dios, necesita ser redescubierta... En gran parte la
renovación de
la Iglesia
en América depende de la renovación de la regla de la penitencia y del
crecimiento en la santidad: los dos es inspirado y realizadas por este
Sacramento”.