Mis preciosísimas lectoras y amabilísimos lectores, no tienen idea de lo que me choca tener que decir: “¡se los dije!”.
¿Se acuerda usted que hace apenas algunas lunas comentamos en este mismo espacio ese curioso y coincidente sincretismo pseudoreligioso que se da en el mapa mental que sostienen y vinculan las bandas de narcotraficantes, el crimen organizado y las supercherías de todo tipo, incluida la mal llamada Santa Muerte, también conocida como “la Niña Blanca”?
Bien decía mi santa abuela que “si grazna como pato, camina como pato y come como pato, difícilmente me lo pueden vender como Espíritu Santo”. La analogía es bastante buena en este caso, pues resulta que la “Niña Blanca”, en análisis final, no resulta ni tan niña, ni tan blanca.
Va la primerita
Lo que acaba de saberse sobre el líder de la secta que publicita a la Santa Muerte no hace sino confirmar lo que sigue siendo un secreto a voces: el lucro, la delincuencia organizada, la extorsión y el crimen son los factores que detonan la acción de este tipo de dirigentes facciosos, que no religiosos.
De entrada, David Romo, quien es conocido y se ostenta como líder de los creyentes en la Santa Muerte, resultó ahora con que es miembro de “El Aztlán”, una banda de asaltantes, delincuentes comunes, secuestradores y personajes dedicados a la extorsión.
Por si fuera poco el argumento y contundentes las “coincidencias”, David Romo también está acusado de ser el responsable –ni más, ni menos– de cobrar en los bancos los montos de los rescates impuestos a las familias de las víctimas por los secuestradores.
Romo fue capturado con otras ocho personas más. Todos los presentados están acusados de pertenecer a la misma banda, de acuerdo con la labor desarrollada por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF).
Y para quienes aseguran que su patriarca Romo es inocente, vale la pena señalar que las autoridades cuentan con imágenes captadas por las cámaras de un banco, en las que se puede apreciar con diáfana claridad al líder de la secta de la Santa Muerte haciendo fila, identificándose, realizando sus movimientos bancarios y saliendo con un fajo de billetes bastante “choncho”, como dicen mis amigos argentinos.
El tema es interesante porque cuando una persona común, cuando una gente de trabajo recoge en ventanilla cantidades fuertes de dinero toma sus precauciones, sus medidas de seguridad personal –una bolsa, un portafolios– que impidan a los demás ver y sorprenderse con los fajos de billetes. Romo hizo lo contrario y salió muy bien ante las cámaras de seguridad del banco.
Va la segundita
Ahora resulta que el susodicho patriarca de la Santa Muerte tiene una “santa lana” ganada con el sudor y el sufrimiento de las familias de los secuestrados y extorsionados. Para muestra varios botones:
El sujeto tiene detectadas, hasta ahora, cinco cuentas bancarias que, seguramente, o son de narcodonativos, o son fruto de crímenes diversos. Por supuesto, todas registradas con nombres falsos.
Para que se note la clase de calaña del sujeto, David Romo dio champurrado con los metacarpianos al Instituto Federal Electoral (IFE) y sacó una credencial de elector a nombre de Freeman Cortés Silverio Reyes.
¿Cómo le hizo para presentar un acta de nacimiento? Simple, la adquirió en la Plaza de Santo Domingo en el centro histórico defeño, lugar en donde usted puede conseguir el tipo de documento que necesite por una módica suma.
David Romo Guillén se ostenta como “obispo” del clan de la Santa Muerte.
Como lo mentiroso no se le va a quitar al acólito de la mafia consagrada a la “Niña Blanca”, ya se quejó –y no tardará la Comisión Nacional de derechos Humanos (CNDH) de apersonarse en el tema– de que lo torturaron. Eso suena, como dicen en mi pueblo, a que el burro habla de orejas, porque el león cree que todos son de su condición.
Al patriarca Romo se le vincula con varios delitos de secuestro.
Claro está que, como no se trata de un líder religioso de la Iglesia Católica, la nota se pasó rapidísimo en la tele y ocupó algún espacio en interiores de medios impresos. De lo contrario, los voceros de la intolerancia religiosa estarían pidiendo la renuncia ipso facto de Benedicto XVI, además de que se formaría alguna comisión con legisladores del PRI, del PRD y otros miembros de “la chiquillada” para solicitar la comparecencia del Cardenal Rivera Carrera.
Lo que sigue siendo claro es que la “Niña Blanca”… como que ya no lo es tanto. Digo.