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La mayor persecución a la Iglesia no viene de enemigos de fuera

Benedicto XVI ha visitado Portugal con la finalidad de participar en las celebraciones del aniversario de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima a tres pastorcitos y el décimo aniversario de su beatificación.

Ha realizado  diversas declaraciones en el marco de su visita a Portugal. Una de las más significativas es la identificación del mayor enemigo de la Iglesia: los propios pecados de los hombres y las mujeres que la formamos. Los católicos, individual e institucionalmente, debemos responder con oración, penitencia, fe, esperanza y caridad.

 Debemos emprender un camino de purificación, “aprender el perdón, pero también la necesidad de justicia. El perdón no sustituye a la justicia”, afirmó el Papa en alusión a los casos de abusos. Frente a las autoridades civiles refrendó el compromiso de la Iglesia de trabajar con todos los sistemas políticos que no marginen la religión; mencionó que el mundo plural en el que vivimos es una magnífica oportunidad para que los católicos volvamos al núcleo de nuestra fe “para reforzar la calidad del testimonio hasta la santidad”; religión y sistema político no son enemigos, sino deben colaborar para el bien de los seres humanos.

A su llegada oró en el Monasterio de los Jerónimos, uno de los símbolos de Portugal, y posteriormente se reunió con el Presidente de la República.

Recordó el gran acontecimiento de Fátima, una oportunidad de esperanza para Portugal y para la humanidad. “La Virgen María vino del Cielo para recordarnos verdades del Evangelio que constituyen para la humanidad, fría de amor y sin esperanza en la salvación, fuente de esperanza”, una esperanza que se basa en la relación “vertical y trascendente” del hombre con Dios.