Es una vieja acusación hecha a la Iglesia católica de que "está demasiado obsesionada con el sexo". No se puede negar que todo lo referente al sexo es una realidad primordial en las personas como en su entorno.
Quizás en el pasado la moral de la Iglesia era demasiado estricta. En la actualidad, han sido, precisamente, aquellos que inculpaban a la Iglesia de obsesión, los que han cogido la delantera y han hecho del sexo EL NEGOCIO más rentable.
Basta asomarse a los kioscos, a las tiendas de sexo, a la TV , a la industria del cine, a las páginas de los periódicos -aún los más serios- cómo venden la "MERCANCIA" DEL SEXO. Todo ha contribuido a hacer una sociedad hipererotizada.
Entre una cosa u otra, entre cierta educación y sociedad represiva y el desmadre actual, donde se organizan viajes de sexo, se prostituyen niños; en internet, se propagan los delitos de pederastas y donde la prostitución callejera, en cualquier ciudad, está a la vista de todos etc.. La verdad uno no sabe bien qué sería preferible, si el rigor anterior o la degradación actual.