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La gente joven está por la vida

Dos hechos recientes indican la caída de la tendencia abortista mundial. El primero, celosamente ocultado por los medios de opinión, es que la gente joven se aleja de los abortistas y, según las actuales encuestas, es cada vez más partidaria de la vida humana, en especial la vida humana por nacer. El segundo indicador ha sido el fracaso de los grupos abortistas por impedir la emisión de un fuerte anuncio pro-vida durante la 44ª edición de la Super Bowl de Estados Unidos, el pasado domingo 7 de febrero.

Tim Tebow, 22 años de edad, es protagonista del anuncio en el evento más importante del país y el más sintonizado del mundo. Es el mariscal de campo del equipo de futbol americano Florida Gastors y una de las promesas de la NCAA. Tim Tebow agradece a su madre no haber practicado un aborto cuando le esperaba a él.

La cadena estadounidense CBS fue la responsable de la transmisión en el Sun Life Stadium de Florida durante la final del campeonato. El anuncio recuerda el “inalienable derecho a la vida” que tiene toda persona, según declaraciones de Gary Shneeberger, de “Focus on the Family” (Enfoque en la Familia), creador del anuncio; éste “celebra la vida y la familia”. Es “una historia personal de amor entre una madre y su hijo”, que se difunde un video por Internet.

Ha afirmado Tim Tebow que “esa es la razón por la que estoy aquí. Mi madre fue una mujer muy valiente”. Asegura además que “hay mucha gente que ha decidido no someterse a un aborto porque escuchó la historia de mi mamá”- 

El deportista nunca ha ocultado su profunda fe cristiana. Y a mediados del año pasado, el joven quarterback dejaba estupefactos a decenas de reporteros cuando admitió en una rueda de prensa que decidió “conservar la castidad y esperar al matrimonio”.

El controvertido anuncio de Tim, que ocupa las páginas deportivas más leídas, no podía pasar inadvertido a esta columna que hoy ofrece al lector unas precisiones de Benedicto XVI sobre la familia y los niños. Este lunes 8 de febrero, se dirigió a la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la Familia, con ocasión el 20 aniversario del Convenio Internacional de Derechos del Niño, adoptada por la ONU.

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El Dicasterio [el Consejo Pontificio para la Familia] se propone delinear convenientemente la fisionomía de las tres etapas del itinerario para la formación y la respuesta a la vocación conyugal. 

La preparación remota se refiere a los niños, los adolescentes y los jóvenes. Ésta implica a la familia, a la parroquia y a la escuela, lugares en los cuales son educados a comprender la vida como vocación al amor, que se especifica, después, en las modalidades del matrimonio y de la virginidad por el Reino de los Cielos. En esta etapa, además, deberá surgir progresivamente el significado de la sexualidad como capacidad de relación y energía positiva que se debe integrar en el amor auténtico. 

La preparación próxima se refiere a los novios, y debería configurarse como un itinerario de fe y de vida cristiana, que lleve a un conocimiento profundizado en el misterio de Cristo y de la Iglesia, de los significados de gracia y de responsabilidad del matrimonio. Es oportuno, además -sugiere aquí Benedicto VI-, poner particular cuidado para que en esta ocasión los novios revivan su propia relación personal con el Señor Jesús, especialmente escuchando la Palabra de Dios, acercándose a los sacramentos y sobre todo participando en la Eucaristía. Sólo poniendo a Cristo en el centro de la existencia personal y de pareja es posible vivir el amor auténtico y darlo a los demás: “Quien permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque sin mí no pueden hacer nada" nos recuerda Jesús (Juan 15,5). 

La preparación inmediata tiene lugar en la proximidad del matrimonio. Además del examen a los novios, previsto por el Derecho Canónico, ésta podría incluir una catequesis sobre el Rito del matrimonio y sobre su significado, el retiro espiritual y la preparación para que la celebración del matrimonio sea percibida por los fieles, y particularmente por quienes se preparan a ella, como un don para toda la Iglesia, un don que contribuye a su crecimiento espiritual. 

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La Convención [la Asamblea General del la ONU, en 1989] indica a la familia como “el ambiente natural para el crecimiento y el bienestar de todos sus miembros, y en especial de los niños”. 

Cierto, es precisamente la familia, fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer, la ayuda más grande que se pueda ofrecer a los niños. Estos quieren ser amados por una madre y por un padre que se aman, y necesita habitar, crecer y vivir junto con ambos padres, porque la figura materna y paterna son complementarias en la educación de los hijos y en la construcción de su personalidad y de su identidad. Es importante, por tanto, que se haga todo lo posible por que crezcan en una familia unida y estable. Con este fin, es necesario exhortar a los cónyuges a no perder nunca de vista las razones profundas y la sacramentalidad de su pacto conyugal, y a reforzarlo con la escucha de la Palabra de Dios, la oración, el diálogo constante, la acogida recíproca y el perdón mutuo.