¡Tenía razón Einstein! El tiempo y el espacio son relativos, y no solamente a niveles cuánticos sino también a niveles humanos. Sí, es así, y eso es tan verdadero que la persona de Juan Pablo II puede confirmarlo con sus números o milagros.
No me equivoco si afirmo que nuestro amado Papa, quien ahora será proclamado beato, ha hecho cosas que para muchos de nosotros serían imposibles. Y digo imposibles porque si ya de por sí cuesta imaginarnos estos hechos, pues imaginemos ahora realizarlos. Y sabemos bien que no era un robot el que se movía por el globo, nunca mejor dicho, como (el sucesor de) Pedro por su casa, sino que era un verdadero padre, hermano, un amigo; como decía una canción: “Tú eres mi hermano del alma realmente un amigo…”.
El primer dato es que Dios le dio vida para llegar a ser el tercer papa más longevo de los 264 sucesores de San Pedro. Su mandato duró 26 años, 5 meses y 17 días. La primera pregunta que viene a la cabeza es: ¿qué puedo hacer yo con 9.665 días? Juan Pablo II hizo esto:
Como es sabido el Papa es obispo de Roma y primado de Italia. Dentro de sus deberes el obispo visita a sus comunidades. Juan Pablo II visitó 316 parroquias de las 333 de Roma. Significa, que en media, visitaba una parroquia cada mes. No está mal considerando que visitó otras 432 comunidades de la Ciudad Eterna y Castelgandolfo. Sin contar Roma, realizó 146 viajes en toda Italia llegando a visitar 314 ciudades distintas y algunas de ellas más de una vez.
Fuera de la península italiana sostuvo 104 viajes apostólicos en 129 naciones. En el mundo existen 192 naciones, es decir que visitó casi el 70% de los países del globo, y que se tomó en serio lo que rezamos en el Credo: “una, santa católica y apostólica”; es decir 4 diferentes países de media por año de pontificado.
Se ausentó de Roma por 497 días, es decir 1 año y 4 meses sin contar la aproximación de las horas, el qué sumaría más días. Recorrió en avión 1.162.437 km (3 veces la distancia entre la tierra y la luna; o si se les hace difícil imaginárselo, dio 91 veces la vuelta de la tierra).
Todo viaje llevaba consigo un mensaje, una nueva esperanza que hubiese podido cambiar aunque sea de poco el corazón del hombre. Su labor evangelizadora no se limitó a los discursos de protocolo con los jefes de las naciones visitadas, sino que alcanzaban a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo. Juan Pablo II llegó a pronunciar 3.288 discursos, sin contar las homilías que nada más en el primer año de su pontificado a finales de 1979 llegaban ya a 132 es decir 1 homilía cada 3 días, y en sus 1.164 audiencias generales llegó a encontrarse con 17.665.800 personas que acudían a Roma para verle, escucharle, tocarle. No contamos, porque sería imposible, los millones de jóvenes que le siguieron en las jornadas mundiales de la juventud. Juan Pablo II nos recordó que el corazón enamorado de Cristo no envejece nunca.
Los documentos de su pontificado se resumen en: 14 encíclicas; 15 exhortaciones apostólicas; 11 constituciones apostólicas; 45 cartas apostólicas; 31 motu proprio. Si juntáramos todos sus discursos y documentos escritos tendríamos un libro tamaño A4 de más de 20.000 páginas aproximadamente. Si las ponemos una al lado de otra haríamos un recorrido de casi 5 Km como el que se formó para darle el último saludo cuando se marchó a la casa del Padre. Serían suficientes también para cubrir todos los metros cuadrados de la Basílica de San Pedro.
Al gobierno de la Iglesia por tantos años, renovó su rostro ordenando a 321 nuevos obispos y creando 231 cardenales en 9 distintos consistorios. Bautizó 1.501 niños y niñas recordándonos que la vocación de todo cristiano es la vocación a la santidad. De hecho beatificó 1.338 hombres y mujeres, y canonizó 482 nuevos santos.
Después de todo este recorrido de los datos estadísticos* de la vida de nuestro querido Papa, o papá puesto que un quinto de todos los habitantes del planeta han nacido bajo su pontificado, hago estas preguntas: ¿qué no hubiera hecho Juan Pablo II si hubiera podido viajar a la velocidad de la luz? ¿Qué hubiera hecho con jornadas de 28 horas? ¿Qué hubiera hecho sin las complicaciones sufridas por el atentado del 13 de mayo de 1981? ¿Qué hubiera hecho sin el párkinson que lo fue mermando en los últimos 9 años de su vida? Contestar a estas preguntas inquieta…
Cuando un hombre está envuelto en el misterio del Amor de Dios, eso es lo que pasa: que lo absoluto, como hoy lo entiende el mundo, no es más que relativo; y lo relativo a cada persona, a toda su vida, a cada una de ellas llega a ser Absoluto. Este “Absoluto” fue el moviente de toda su incansable vida, de toda encíclica, audiencia, discurso, viaje, saludo, abrazo, beso.
El “Santo Subito” no fue una sorpresa, la sorpresa es que hay todavía personas que se quedan indiferentes a todo este derroche del Amor de Dios resumido en un hombre: el Beato Juan Pablo II. ¡Beato Juan Pablo II, gracias!
*Cf: Sala Stampa de la Santa Sede, “Dati statistici del Pontificato di Giovanni Paolo II [Aggiornamento: 28.12.2005]”