Esta semana me llegaron dos correos electrónicos sobre el mismo tema. Se trata de sendas cartas enviadas a la Suprema Corte de Justicia en contra de los recursos de inconstitucionalidad de la PGR y la CNDH, y a favor de la reforma que aprobó la Asamblea Legislativa del DF, que despenaliza el aborto antes de las doce semanas de la concepción.
La primera la escribió un sacerdote doctor en Teología, médico cirujano e historiador, Pbro. Dr. Rubén Rodríguez Balderas. Sus argumentos, basados en las ciencias que conoce, me parecieron sólidos y bien expuestos. Especialmente me llamó la atención el relato donde se describe el trato que los aztecas daban a las mujeres embarazadas.
En el orden médico, y entre otros datos, dice: “Un óvulo no fecundado tiene una capacidad de sobrevivencia muy limitada: unos cuantos días. Muere y por tanto es arrojado de la matriz al final de cada ciclo menstrual. En cambio, si es fecundado, ese óvulo puede vivir 70 u 80 años (y en algunos casos hasta más de 100). Dicho óvulo, que tenía sólo 23 cromosomas, al ser fecundado asimila inmediatamente los 23 cromosomas del espermatozoide que lo fecundó ¡y pasa a tener 46 cromosomas!, ¡con toda la información genética de una nueva persona humana! Y esa información genética le da tal fuerza vital que lo lleva progresivamente –a menos que se le mate-- a desarrollarse en cigoto, mórula, blástula, gástrula, embrión, feto, bebé, niño, muchacho, adolescente, adulto, anciano y cadáver: todo ello en un proceso maravilloso que nunca nos cansaremos de admirar”.
El otro correo -según afirma el texto- fue escrito por “muchos de los miembros de la comunidad filosófica” y está firmada por el Dr. Gustavo Ortiz Millán, se encuentra en el extremo opuesto, pues sus argumentos están a favor de la despenalización del aborto. Sobre este último quisiera detenerme en un muy somero análisis. (Lástima que en este espacio no cabe dicho documento).
Desacreditar a quienes defienden una postura contraria no es argumentar.
En cuanto “filósofos” no exponen argumentos filosóficos. Sus afirmaciones están tomadas de los grupos pro-abortistas.
No hay ningún argumento antropológico.
Quizás lo más preocupante es la falta de coherencia al negar los datos aportados por la Genética a los que ellos mismos hacen referencia.
Hasta la misma redacción del texto es deficiente.
Cuando yo estudié mi carrera universitaria, a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM la conocíamos como "Cafetería y Letras". Después de leer este texto deduzco que por la falta de rigor científico de algunos, se corre el peligro de que no hayan cambiado las cosas. ¡Qué pena y qué vergüenza!