Permítanme copiar algunos párrafos una circular enviada por la Conferencia de Episcopado Mexicano en relación con una asociación llamada: Católicas por el Derecho a Decidir. (la cual, en resumen, es una asociación a favor del aborto). “Este grupo nació en 1970 en los Estados Unidos, con el nombre de Catholics for a free choice. En 1991 apareció en Cuernavaca, y luego se ha extendido a otras ciudades de la República Mexicana”.
En otro párrafo, la notificación dice: “Por tanto, reafirmamos que el aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral grave y ninguna circunstancia, ni ninguna ley, puede hacer lícito este crimen contrario a la Voluntad de Dios. Con el fin de hacer ver la gravedad de este delito y favorecer una verdadera conversión, la autoridad eclesiástica establece la “pena de excomunión” para quien procura el aborto, si éste se produce. Y esta pena se aplica también a los cómplices sin cuya cooperación el delito no se hubiera producido (Cánones 1398, y 1329 del Código de Derecho Canónico). Esta excomunión puede ser absuelta por el Obispo o por el sacerdote delegado por él (Canon 1355, 2 del mismo Código)”. Queda claro que aquellas personas que hayan participado en estos crímenes, habiendo conocido la pena impuesta por la Iglesia, están excomulgadas.
¿Por qué estas personas usan el nombre de “católicas” para distinguirse? Pienso que las razones son elementales: Primero, porque nadie les haría caso si solamente se presentaran como “mujeres a favor del aborto”, esto es, están aprovechándose de una autoridad moral para conseguir unos fines personales. En segundo lugar, porque lo que pretenden es confundir a personas de buena voluntad, y lo suficientemente ingenuas, como para pensar que la Iglesia acepta su postura. La historia se repite: como en el cuento de Caperucita, el lobo se sigue disfrazando con la ropa de la abuelita.
Está muy claro que, no hay posibilidad moral de considerarse oficialmente católico, al tiempo que se atenta contra la vida de seres humanos y, en el caso que nos ocupa, de personas desposeídas de cualquier defensa, aunque fuera la de gritar pidiendo auxilio. La postura de esta asociación sería comparable a la de un grupo de individuos que usando el nombre de un partido político estuviera a favor de sus rivales; o como si existiera un grupo autodenominado: “Delincuentes a favor de las buenas costumbres, A.C.”.
A la Iglesia no le interesa andar excomulgando a sus fieles ni por el tema del aborto provocado, ni por el de los secuestros, como lo decretó para su diócesis el Sr. Obispo de Cuernavaca -por poner otro ejemplo concreto-, sino para que, por medio del conocimiento de esta pena eclesiástica se pueda gravar más en las conciencias la gravedad que tienen estos pecados, y así evitar que lleguen a cometerlos.
La amenaza de castigo es algo común en todas las madres y padres de familia, cuando se dan cuenta de que sus hijos no acaban de recibir los consejos para llevar una vida virtuosa, a pesar de las razones que les hayan dado, y dicho castigo podrá desaparecer cuando éstos corrijan sus errores. Por el mismo motivo, la circular citada termina diciendo: “Exhortamos a las mujeres que pertenecen a este grupo, para que agradezcan a Dios el regalo de la fe y lo hagan fructificar en la fidelidad. La vida debe ser salvaguardada desde su concepción... éste es el sentido del mandato divino “no matarás”.