1) Para saber
En la pasada fiesta del Bautismo del Señor, el Papa Benedicto XVI administró el sacramento del Bautismo a 21 bebés. Es tradicional que en dicha fiesta, el Papa bautice a varios niños en la Capilla Sixtina.
En su homilía el Santo Padre nos recodaba que al sumergirse en el agua, el penitente reconocía haber pecado, imploraba a Dios la purificación de sus culpas y era enviado a cambiar los malos comportamientos.
Por eso, cuando Juan el Bautista ve a Jesús que, en fila con los pecadores, viene a hacerse bautizar, queda asombrado; él mismo hubiera querido hacerse bautizar por Jesús. Pero Jesús le exhorta a no oponer resistencia. Al querer ser bautizado Jesús manifiesta querer hacerse en todo semejante a nosotros. Él, que está sin pecado, se deja tratar como pecador, para llevar sobre sus hombros el peso de la culpa de toda la humanidad, también de nuestra culpa.
2) Para pensar
Esta fiesta nos debe llevar a revalorar el Bautismo. Un ejemplo lo tenemos en Emmanuel Mounier. Fue un gran filósofo francés de principios del siglo XX. Nació en una familia campesina y modesta. Tuvo una salud quebrantada: casi ceguera total de un ojo y una deficiente audición, sin embargo fue siempre un compañero generoso y cordial. Tuvo una vida difícil, en 1940 es prisionero de los alemanes. Murió a los 45 años de edad debida al agotamiento, con una crisis cardiaca. Su pensamiento ha sido una valiosa contribución a la filosofía.
Mounier sufrió un duro golpe cuando supo que su hija primogénita, que tenía apenas siete meses de edad, padecía una encefalitis y quedaría para siempre como subnormal profunda. Sin embargo, su fe no disminuyó, sino que maduró y se reforzó. Sabía que su hija bautizada era morada de Dios mismo, y eso lo consolaba profundamente. Así le escribía a un amigo suyo refiriéndose a su hija: “Es una hostia viva entre nosotros, muda como la hostia y, como ella, resplandeciente”. A su esposa la consolaba haciéndole ver el sentido profundo del dolor: “Si no hacemos más que sufrir (penar, resistir, aguantar) no podríamos soportarlo… no pensemos en la enfermedad como algo que se nos sustrae, sino como algo que damos, para no disminuir el mérito de ese pequeño Cristo que está en medio de nosotros”. Sabía ver en su hija otro Cristo que padece por nosotros.
3) Para vivir
El Papa les recordó a los padres de los niños bautizados que gracias al Sacramento son liberados del pecado original y en ellos empieza la vida de la gracia, que es la vida misma de Jesús Resucitado.
Estos niños, les decía, “obtienen un sello espiritual indeleble, el “carácter”, que marca interiormente para siempre su pertenencia al Señor y los hace miembros vivos de su cuerpo místico, que es la Iglesia. Empieza hoy un camino que deberá ser un camino de santidad… Por eso, desde los primeros siglos se ha tenido la consideración de dar el Bautismo a los niños justo después de nacer. Ciertamente, será después necesaria una adhesión libre y consciente a esta vida de fe y de amor, y por eso es necesario que, después del Bautismo, sean educados en la fe, de manera que crezca en ellos esta semilla de la fe que hoy reciben y puedan llegar a la plena madurez cristiana”.