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El orden multiplica el tiempo ¿No tenemos tiempo?

El orden multiplica el tiempo

¿No tenemos tiempo?

1) Para saber

Alfonso Aguiló es un escritor español. En un artículo, en el cual me baso, reflexionaba sobre el tiempo que le damos a lo importante. Narraba una historia que nos puede resultar conocida y que viene bien considerar en este principio de año.

Se trata de un hombre que trabajaba serrando árboles en un bosque. Ponía mucho empeño y, sin embargo, estaba angustiado por el bajo rendimiento que obtenía de su prolongado esfuerzo. Los primeros días le fue de maravilla. Recibió elogios por su buen desempeño. Pero después comenzó a bajar su rendimiento considerablemente. Cada día le llevaba más tiempo acabar su tarea, de modo que le sorprendía la noche cuando aún le quedaban bastantes troncos por serrar y, además, estaba muy cansado. En su afán por trabajar cada día más, no se daba cuenta de que esa lentitud se debía a que tenía muy gastado el filo de la sierra y no había descansado.

Un buen día se le acercó un compañero y le preguntó: “Oye, ¿cuánto tiempo llevas con este árbol?”. Le respondió: “Más de dos horas”. Su compañero le hizo la observación de que era demasiado tiempo: “¿por qué no descansas un momento y afilas la sierra?” le sugirió. “No puedo parar, llevo mucho retraso”. Su compañero insistió: “Pero luego irás más deprisa y pronto recuperarás los pocos minutos que supone afilar la sierra”. Pero su amigo estaba empecinado: “Lo siento, pero tengo mucho trabajo pendiente y no puedo perder ni un minuto”. Y así concluyó aquella conversación.

2) Para pensar

Algo parecido a este diálogo se repite con frecuencia con muchas personas preocupadas por problemas que afectan seriamente a sus vidas y no logran resolver. Se plantean buenos propósitos y metas: que deben mejorar su preparación profesional, o aumentar su cultura, que deben hacer ejercicio, que necesitan una renovación personal, que deben acercarse más a Dios, etc. Pero al final concluyen que no tienen tiempo, que tienen tanto trabajo que no pueden perder ni un minuto, ya lo harán cuando les sobre algo de tiempo.

Atender con esmero a la propia formación es decisivo para la mejora del carácter y, en general, para alcanzar una vida lograda. El problema es que casi todas las actividades encaminadas a mejorar nuestra formación son de esas actividades importantes, pero no urgentes que, por no apremiarnos en el día a día, suelen dejarse para un hipotético momento futuro que luego nunca llega.

Pensemos si atendemos con constancia lo importante o si el tiempo se nos va solo en lo urgente de cada día.

3) Para vivir

Para atender lo importante es bueno darle un lugar y tiempo. Y, después, obligarse a cumplirlo. En el trato con Dios también es imprescindible dedicarle un espacio de nuestro día, sea para rezar, ir a Misa, o realizar otra práctica de piedad que ayude a reconducirnos por el buen sendero.

Ahora que se suele tener mayor motivación por el comienzo del año nuevo, podemos formularnos algunas metas y colocarlas en nuestro calendario, con día y hora precisos, para ser más eficaces en nuestra lucha y también, darse el descanso necesario.

San Josemaría nos lo aconseja en un punto de su libro “Camino”: “Cuando tengas orden se multiplicará tu tiempo, y, por tanto, podrás dar más gloria a Dios, trabajando más en su servicio” (n. 80).