Susana Valdés me hizo el favor de proporcionarme el libro “Medios de comunicación. Información, espectáculo manipulación”, donde se recogen trabajos, de varios periodistas, en una crítica ética sobre ese industrioso gigante articulado por los medios informativos. De entre sus páginas, me llamó especialmente la atención la colaboración de Vicente Romero, titulada “Sufrimiento y espectáculo”.
Citando a su vez a Bernard Kouchner, afirma: “sin imágenes no hay indignación; sin imágenes la injusticia sólo golpea a los desdichados”. En algún momento, Romero dice: “es cierto que la difusión masiva de imágenes de las tragedias actuales -o sea la información inmediata y viva sobre ellas- es lo único que parece capaz de golpear eficazmente nuestras conciencias y obligar a intervenir a nuestros políticos”.
“El mercado internacional de la información está controlado por las grandes empresas de comunicación penetradas por las principales corporaciones económicas mundiales -cuando no propiedad de alguna de ellas-, las cuales ejercen un implacable poder de decisión sobre los temas informativos que se ponen en circulación, o se silencian, así como sobre sus contenidos”.
“Además del silencio informativo y del pernicioso carácter fragmentario y descontextualizado de la mayor parte de las noticias que nos llegan sobre la mayoría de los conflictos internacionales, la manipulación de imágenes de grandes tragedias produce una perversión mayor: lo que los semiólogos norteamericanos denominan ´infortainment´, que se podría traducir como ´infoespectáculo´ creado para definir a un género detestable en el que se pretende mezclar información y entretenimiento”.
En otro orden de ideas, me parece injustificable publicar todos los detalles del parto de una actriz, así como un reportaje detallado sobre el embarazo de una chiquilla de 12 años donde aparece su foto, o hacer propaganda al negocio de los “tabledances” -con todo lo que esto supone en la degradación de la mujer-, por citar algunos ejemplos. Claro está que esta industria se maneja por motivos económicos bajo la premisa de: al cliente hay que darle lo que pida. Pero aquí cabe preguntarnos si son los lectores los que piden ese tipo de información, o son los medios los que están creando y fomentando el morbo de sus lectores. Mi opinión se inclina definitivamente a esto último.
Por esto coincido con Romero cuando afirma que el principal desafío con que nos enfrentamos los periodistas no es el de adaptar nuestros métodos de trabajo a las nuevas posibilidades de producir y difundir información, sino que es de carácter ético.
Nota: La semiología es el estudio de los signos en la vida social. (DRALE).