El gran silencio
El fenómeno se repite. Como pasó con el gregoriano de los monjes de Silos, hace unos años, que constituyó un boom global de alto interés, sin apenas propaganda, así está sucediendo con una película singular que se exhibe en pocos cines y se trasmite de boca a boca. Se trata de “El gran silencio”.
Una cinta insólita, carente de palabras y hasta de argumento. Excelente documental, sin guión previo sin actores profesionales, sin afanes crematísticos, pero que ha cosechado, en su corta carrera, importantes premios.
Rezuma naturalidad de inicio a fin. La cámara habla por sí misma e invita al espectador a la reflexión, al silencio, la contemplación y a interiorizar lo que ve.
Su argumento simplicísimo: la vida cotidiana de una veintena de monjes cartujos de la abadía de Chartreuse, aislados en su mundo y ajenos a que les están filmando. Viven su existencia personal y comunitaria, centrados en su vocación y muestran, sin palabras, los más nimios y curiosos detalles de su día a día.
Mis impresiones al verla en Sala Renoir de Princesa: Cola para entrar en 1ª sesión de tres cuartos de hora. Lleno total. Predominio de la 3ª edad. Algunas monjas. Silencio total en la sala. Aplauso cerrado al final. Otra cola similar aguardaba para la 2ª sesión.
Grabé en mi mente varias frases escritas: “Dios no está en la tormenta, el ruido, sino en el silencio”. “Me sedujiste, Señor y yo me he dejado seducir”.”Dios es Padre de amor infinito. Le encuentra el que le busca”.
Cinta muy recomendable para personas cultivadas espiritualmente. No se la pierdan.