El “evangelio de Judas” y las sectas gnosticas
La secta “gnóstica” (gnosis: conocimiento) tiene elementos variados: iranios, mesopotámicos, griegos (platonismo, pitagorismo), de tradición apocalíptica judía... y se extiende por occidente hasta constituir el peligro más grande que ha tenido la fe cristiana, cuando ésta aún era incipiente. Buscan la salvación por un “conocimiento” reservado a algunos, los “espirituales”, y requería un rito de “iniciación”. Su doctrina resumida es: el mundo material es una catástrofe cósmica, donde hay chispas de la divinidad atrapadas en la materia, que desean liberarse, a través de una toma de conciencia (conocimiento) de la esclavitud y del origen divino: es la “gnosis”. Se trata de una “autosalvación”, “autodivinización”, o reencarnación, o panteísmo, con lenguaje esotérico y barniz cristiano, pero sin ninguna idea de Cristo: es como un amalgama de mitos, y difícil de aclarar, pues a semejanza de la hidra, tienen muchas cabezas y siempre van cambiando. Hoy día influye en la literatura New Age, y ahora como entonces atacan la Iglesia. Se presenta como una revisión histórica, y aquí se ve la poca altura científica de los divulgadores de esas noticias, o quizá la ideología que está detrás de esas “promociones”, para vender de paso la película que recientemente se estrenará, con argumento parecido. El título del reportaje, “El Evangelio prohibido de Judas”, ya indica que se aprovecha el sensacionalismo sobre el tema de Jesús (que siempre despierta interés), pero estamos en un mundo de la banalidad, donde interesa lo exótico, más que la verdad. Al igual que hicieron estos divulgadores con una falsa prueba de carbono 14 sobre la sábana santa, hace una docena de años, tienen como armas la mentira (a base de verdades a medias), y algunos ingredientes que tienen éxito, como son lo misterioso y esotérico, ya que eso tiene más acogida que la verdadera historia.
El evangelio “de Judas”, es de la secta “caínica”, seguidores de los asesinos bíblicos, y de aquí las expresiones del papiro: “Apártate de los demás y te contaré los misterios del reino. Es posible que lo alcances, pero será para ti motivo de gran aflicción”. “Tú serás el decimotercero, y serás maldito por generaciones, y vendrás para reinar sobre ellos. En los últimos días maldecirán tu ascensión a la [generación] sagrada”. “Tú serás el apóstol maldito por todos los demás. Tú, Judas, ofrecerás el sacrificio de este cuerpo de hombre del que estoy revestido”. “Y fueron a Judas y le dijeron: Aunque en este lugar no hagas el bien, eres un auténtico discípulo de Jesús. Y él les dijo lo que querían oír. Y lo entregó. Éste es el fin del evangelio de Judas”.
Ante un Dios bueno (cristiano) los gnósticos tienen un dios que ha creado el mal y un mundo caótico. Pero Dios nunca quiere el mal, su voluntad en todo caso lo permite (deja que las cosas pasen, aunque al saberlo todo, porque está fuera del tiempo, sabe qué pasará), y lo que "permite", pues ya dijo Jesús sobre el traidor que "más le valdría no haber nacido", pues aunque estuviera "previsto" (en el sentido de que Dios sabe lo que pasará) no significa esto que todo sea bueno por igual.
Gracias a san Ireneo de Lyon conocemos mucho de estas sectas, su análisis es sereno y honrado; cuenta que para ellos Judas sería "el único de los discípulos que ha poseído el 'conocimiento' (gnosis) de la verdad". De ahí que él "ha llevado a término el 'misterio' de la traición" y por eso han "fabricado un escrito a quien llaman Evangelio de Judas". En síntesis, la idea sería que sólo Judas es el iluminado por la "nube luminosa", el modelo, el elegido, etc., por llevar a cabo su misión: "Tú excederás a todos los demás, pues tú sacrificarás al hombre que encarno", dicen algunos en la traducción, pero mejor sería traducir "el hombre que me reviste", como señala Armand Puig, pues esta secta no cree en que Jesús se encarne, en realidad no es Jesús sino una apariencia (para ellos Dios no puede hacerse hombre, aquel cuerpo es sólo un envoltorio. Recordemos la visión platónica de que el cuerpo es la cárcel del alma, y así Judas al quitar el cuerpo de Jesús lo ha liberado. La cruz es un teatro sin realidad, como también ocurre en la fábula del Código Da Vinci: pintan un Jesús inventado, que no muere en la Cruz.
Vemos ahí dos elementos comunes a otros textos similares: decir que el iniciado es “el elegido”, y la sospecha de la iglesia oficial, como si hubiera una conspiración, y una vía secreta auténtica. Pero ya nos advierte la Biblia: “ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios” (2 Pe 1,20). Recordemos lo que cuenta también el Nuevo Testamento de Simón el Mago, que pregunta a San Pedro sus “secretos”, en lugar de reconocer con humildad la fe; sería el prototipo de “gnosis”.
Lo penoso es que la ignorancia en materia de cultura religiosa es cada vez más grande, eso hace a la gente vulnerable frente a noticias descontextualizadas (libros, revistas, sectas, conferencias, películas) donde la religión se pone al mismo nivel que la ficción (la película de hace pocos años “Los otros” es un ejemplo, o ahora “El Código Da Vinci”). Raniero Cantalamessa recordó estos días en su predicación en el Vaticano aquello de San Pablo: «Vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas», y se refería a los que llevan con “hábiles retocadores de antiguas leyendas a creer que Jesús de Nazaret nunca fue, en realidad, crucificado... Personas que jamás se molestarían en leer un análisis serio de las tradiciones históricas sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús, son fascinadas por cada nueva teoría según la cual Él no fue crucificado y no murió, especialmente si la continuación de la historia incluye su fuga con María Magdalena hacia La India... [o hacia Francia, según la versión más actualizada]…» Y aprovechó para “actualizar” el mensaje: «Se habla mucho de la traición de Judas, y no se percibe que se está repitiendo: Cristo sigue siendo vendido, ya no a los jefes del Sanedrín por treinta denarios, sino a editores y libreros por miles de millones de denarios». Además, es una «ola especulativa... Estamos en la era de los medios de comunicación, y a los medios más que la verdad les interesa la novedad».