Mi trabajo es un trabajo como el de casi todos,
pero yo escojo qué clase de día quiero tener.
Hoy puedo amargarme porque tengo que trabajar
o puedo gritar de alegría porque tengo trabajo.
Hoy puedo llorar porque las rosas tienen espinas,
o puedo reír porque las espinas tienen rosas.
Hoy puedo quejarme porque tengo que hacer las labores del hogar
o puedo sentirme honrado porque tengo un techo en donde vivir.
Hoy puedo frustrarme porque no tengo dinero,
o puedo estar satisfecho de mi ingenio para ahorrar.
Hoy puedo protestar porque amaneció con lluvia,
o puedo darle gracias a Dios porque el agua existe.
Hoy puedo compadecerme de mi salud
o puedo alegrarme porque el dolor es un don que no merezco.
Hoy puedo disimular mis defectos para quedar bien con mis semejantes
o disimular mis pequeños heroísmos para quedar bien con Dios.
Hoy veo mis manos..., pueden robar, destruir y maltratar,
pero también pueden limpiar, curar y sostener.
Hoy puedo pensar que Dios es un espejo del hombre,
o considerar que el hombre está hecho a imagen de Dios.
Hoy puedo ponerme de mal humor porque escuché una crítica
o puedo aprovechar esa ocasión para desagraviar y reparar.
Hoy puedo llorar porque perdí a un ser querido
o puedo pensar que llegó a su Patria verdadera.
Hoy puedo tener contradicciones y maldecir la vida,
o puedo ver una ocasión de ayudar a Jesús a llevar su Cruz.
Hoy puedo angustiarme porque tengo una pausa en el día,
o puedo alegrarme porque puedo hacer oración.
Hoy puedo arrastrar la cobija el día completo
o puedo caminar con novedad de sentido (in novitate sensu).
Hoy puede aburrirme la prosa diaria
o puedo hacer de ella un poema a lo divino.
Hoy se me ha dado una “vida pequeña” para que la derroche en el placer
o la aproveche buscando el bien de los demás y la felicidad.
Hoy aprendí que lo más importante en la vida, no es ganar dinero, ni ascender en la escala social, ni recibir honores... Lo más importante en la vida, es el tiempo que dedicamos a las personas que amamos.
Vive cada día como si fuera el único o el último que tienes.
Si lloras porque has perdido el sol —decía Saint Exupery—
las lágrimas no te permitirán ver las estrellas.
La diferencia entre un día “gris” y un día con sentido
depende de la forma cómo se afronta.
La existencia del hombre sobre la tierra se compone de los continuos presentes, que sumados unos a otros, dan la totalidad del tiempo que Dios ha reservado a cada uno. El momento presente es la única realidad que está en nuestras manos. Del pasado podemos sacar experiencia. El futuro es reto y estímulo, porque en gran parte será lo que ahora sembremos. Escrivá de Balaguer resume en una frase muy sencilla estas ideas: <<Pórtate bien “ahora”, sin acordarte de “ayer”, que ya pasó, y sin preocuparte de “mañana”, que no sabes si llegará para ti” (Camino, núm. 253).
Trabajar hoy y ahora es tan contrario a la precipitación como a la dejadez. No te permitas endosos al futuro, ni contraer deudas con el porvenir, dice la escritora Pilar Urbano; y continua: “Trabaja hoy. Resuelve hoy. Reza hoy. Ama hoy. Mañana es el colchón de los perezosos” (El Hombre de Villa Tereve, 330).
Otro modo de omitir el cumplimiento de nuestras obligaciones sería no estar disponibles, evitando así que puedan acudir a nosotros en demanda de ayuda. Una omisión es no querer darnos cuenta de las necesidades de las personas que nos rodean.
En Barcelona existe la advocación Virgen de la Alegría. Y le han hecho una oración:
Virgen Santísima de la Alegría ,
Madre de toda pureza y santidad,
te suplicamos nos ayudes a transformar
nuestras penas en alegrías,
nuestras dudas en momentos de reflexión y
nuestros contratiempos en motivo de crecimiento interior.
No permitas que la tristeza ni el desaliento
nos invadas y enséñanos el camino de la esperanza
al sabernos hijos tuyos.
Ayúdanos a descubrir cada día
los miles de regalos que el Señor nos manda,
aunque en ocasiones no los sepamos percibir.
Madre nuestra,
intercede siempre por nosotros.