En este preciso momento acabo de recibir una llamada de teléfono de una chica con voz de telemarketin en fa menor que, con 37 argumentos intentó endilgarme una tarjeta de crédito, para lo cual me pedía mis datos, aclarándome que lo único que necesito es tener entre 18 y 60 años y comprobar un ingreso mínimo de 3,000 pesos mensuales.
La experiencia me ha demostrado que traer uno de esos inoloros plásticos, es tan peligroso como portar una pistola, pues la mayoría de los zonzos que andan armados, están solamente esperando a que otro más zonzo que ellos, le pique el buche para poder jalar del gatillo en dirección al futuro occiso; pues todos sabemos que portar tarjeta despierta el gusto por el gasto. Además, a estas tarjetas no se les acaban las balas, igualito que a las pistolas en las películas.
En esta ocasión no quisiera dejar constancia de mi profunda necencia financiera, pero venciendo la vergüenza de evidenciarla, me declaro en contra de tales instrumentos de crédito, ya que casi toda mi vida ha transcurrido felizmente en este hermoso país, lleno de gente tan linda como impreprada para manejarse con prudencia y moderación monetaria.
Es de todos sabido que chicanito gasta el doble de sus ahorros en los 15 años de cada hija, aunque al devolver el smoking en la sastrería donde lo alquiló, salga elegantemente vestido con los shorts del equipo del fut bol con el que jugó el año pasado, dado que es la única ropa decente que le queda. Esto se debe a que chicanito no puede entender el sabio consejo que dice: gasta menos de lo que tienes.
Tendré que esperar a que la ciencia Genética confirme mi teoría del “cromosoma aleatorio mexiquense” causante de los efectos arriba mencionados ya que produce en la inteligencia y en la voluntad un estado de indefinición manifestado en que: a veces si, a veces no, y otras veces, también y tampoco; por lo que, independientemente del color de nuestra piel, todos somos desordenados. Si no está usted de acuerdo en esto, asómese a sus cajones tanto del closet como del escritorio, o los de la cocina y luego, si Usted quiere, nos peleamos.
Todos los días padecemos las consecuencias de nuestra falta de constancia, falta de palabra, falta de planeación, falta de seriedad, y como en mi caso, falta de memoria para acordarme qué más me falta, y todo ello por culpa del CAM (cromosoma citado en el párrafo anterior).
Antes de la llegada de los españoles todos los mexicanos estábamos quemados por el sol. Con los españoles en casa hemos estado deprimidos y con complejo de muñeca fea. En los últimos años, con la llegada de las tarjetas de crédito los mexicanos simplemente estamos más “sobregirados”, que el un trompo de niño pobre. Pero esto es lógico pues quien no sabe organizar su vida, tampoco puede organizar sus finanzas ¿o si?.
A ver cuándo comienzan a darles a los niños clases de administración de sus recursos, de su tiempo, de sus energías, de su dinero... para que ellos no sigan cometiendo los errores de los adultos.