Ustedes han de perdonar, pero casi como me llegó este correo, se los paso. Como suele suceder, muchos de ellos no viajan firmados por Internet. De todas formas se lo reconozco y agradezco a su anónimo autor:
Roberto, con el rostro abatido, se reúne con su amiga Laura en un bar a tomar un café. Deprimido, descargó en ella buena parte de sus preocupaciones: que el trabajo; que el dinero; que la relación con su novia; que su situación profesional. En definitiva, todo andaba mal. Laura introdujo la mano en su bolso, sacó un billete de quinientos pesos y le dijo: ¿Quieres este billete? Roberto, un poco confundido al principio, le contestó: Pues claro, son quinientos pesos ¿quién no los querría? Entonces Laura tomó el billete y lo arrugó hasta hacerlo una pequeña bola y mostrando la estrujada pelotita a Roberto volvió a preguntarle: y ahora, ¿lo quieres también? Bueno, siguen siendo quinientos pesos ¿No? Claro que lo acepto si me lo das. Laura desdobló el billete, lo tiró al suelo y lo pisó, levantándolo bastante sucio. ¿Lo sigues queriendo? Mira, Laura, sigo sin entender a donde vas, pero quinientos pesos son quinientos pesos y, mientras no lo rompas, conservan su valor. Roberto, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o te pisotee, sigues siendo tan valioso como siempre lo has sido.
Lo que debes preguntarte es: cuánto vales en realidad y no lo golpeado que puedas estar en un momento determinado. Roberto se quedó mirando a Laura sin atinar qué decir, mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en él. Laura puso el arrugado billete a su lado en la mesa y, con una pícara sonrisa, agregó: Toma, guárdalo, para que te acuerdes de esto cuando te sientas mal, pero que conste que me debes un billete nuevo de quinientos pesos para poderlo usar con el próximo amigo que lo necesite. Le dio un beso en la mejilla y se dirigió hacia la puerta. Roberto volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardó, y ahora, con una actitud distinta, llamó al camarero para pagar la cuenta.
¿Cuántas veces dudamos de nuestro propio valor, de que realmente merecemos más y que podemos conseguirlo si nos lo proponemos? Claro que no basta con el mero propósito. Se requiere fijar los objetivos, decisión y fuerza de voluntad para llegar a la acción y luego, mantenerse en ello hasta el final.
Ahora trata de contestar a estas preguntas:
1- Nombra las 5 personas más adineradas del mundo.
2- Nombra las 5 últimas ganadoras del concurso Miss Universo.
3- Nombra 10 ganadores del Premio Nóbel.
4- Nombra los 5 últimos ganadores del Óscar como mejor actor o actriz.
¿Qué tal? ¿Mal? No te preocupes. Ninguno de nosotros recuerda los titulares de ayer. Los aplausos se van; los trofeos se empolvan y los ganadores se olvidan.
Ahora contesta a estas otras:
1- Nombra 3 profesores que te hayan ayudado en tu formación.
2- Nombra 3 amigos que te hayan ayudado en tiempos difíciles.
3- Piensa en alguna persona que te haya hecho sentir algo especial.
4- Nombra 5 personas con quienes disfrutas compartiendo tu tiempo.
¿Qué tal? ¿Te fue mejor? Las personas que marcan la diferencia en tu vida no son aquellas con las mejores credenciales, con mucho dinero, o los mejores premios; sino aquellas que se preocupan por ti, las que te cuidan; las que de muchas maneras están contigo. Reflexiona un momento. La vida es muy corta. Tú, ¿en las listas de quiénes estás?