En su columna “Atando cabos” del pasado 14 de septiembre, Denise califica al PRI como “un partido de derecha”. Y no se refiere a su actuar político social, sino a sus votos en contra del aborto y a favor de la vida intrauterina. No sabe lo que dice.
Escribió que el PRI “es parte de la internacional socialista y se pretende un partido comprometido con temas progresistas y modernos” y agrega: “Nada más falso”. Su queja y errónea acusación se basan en que congresistas del PRI han votado a favor de la penalización del aborto provocado y a favor de modificaciones constitucionales de los Estados de la Unión, para proteger la vida desde la concepción.
Volvemos siempre al mismo principio que los partidarios de la cultura de la muerte, los proabortistas como Denise, neciamente se niegan a poner sobre la mesa de discusiones en torno al aborto: que efectivamente, sin ninguna duda científica o médica, la vida humana inicia con la concepción y así, abortar es matar.
Con esta certeza científica, la lucha contra el aborto no es asunto de iglesias ni de lo que llaman derecha, es asunto de derechos humanos, los cuales no tienen ni bandera ni ideología. De los derechos humanos, el primigenio, sin el cual los demás no tienen sentido, es el derecho a la vida.
Quien participa en un aborto, la embarazada y quienes la auxilien en este acto, están asesinando a un ser humano. Es por esta razón que se apoya la penalización de lo que es en Derecho natural un homicidio doloso, al matar a un ser humano nonato e indefenso.
Proteger la vida del nonato desde que es concebido es, hay que insistir, cuestión de Derecho. ¿Por qué vamos a considerar que ser proabortista es ser progresista y moderno? ¿Por qué defender un inexistente y aberrante “derecho” de las mujeres a matar al hijo en su vientre es favorecer “los márgenes de control sobre su vida sexual y reproductiva”, cuando nadie tiene derecho a quitar la vida a otro ser humano?
Proteger el control de la vida sexual y reproductiva de la mujer es, correctamente interpretado, una protección al proceso mismo de dar vida a otra persona humana, no interrumpir ese proceso y destruir así al producto de esa reproducción.
Frente a la verdad, sostenida por la mayoría de médicos conocedores del tema, de que la vida inicia con la concepción, modificar las leyes para proteger al ser humano nonato no es ni conservadurismo ni derechismo, es integridad moral y jurídica.
Favorecer la opción de interrumpir el embarazo –léase siempre abortar–, es lo verdaderamente retrógrado, es ir en contra de una lucha multicentenaria de la humanidad a favor de la vida, que ha ido prohibiendo poco a poco todos los actos, individuales o colectivos, permisivos para acabar con la vida de otras personas.
¿Qué diferencia hace a la víctima del aborto o de cualquiera otra forma de homicidio, que haya sido producto de una violación? Si aceptáramos esta aberración, ¿qué diferencia habría con admitir que una madre, con o sin ayuda, mate a su hijo ya nacido, solamente porque es producto de violación? ¿Por qué aceptar punir el filicidio después del nacimiento y no hacerlo antes de este hecho?
Por último, aceptar con Maerker que si la vida de una mujer embarazada corre peligro pueda matarse a su bebé nonato, es preferir una muerte segura por aborto a una probable muerte por continuar un embarazo. No tiene sentido.
Si como dice Denise, el 72% de los votos priistas ha sido en favor de la vida, entonces podemos calificar al PRI como un partido a favor del Derecho, no como conservador o derechista como lo ve, erróneamente, Denise Maerker .
Respecto al PAN, su ciertamente muy publicitado objetivo de proteger la vida desde la concepción y castigar el aborto, no tiene origen en la votación de la Suprema Corte de Justicia en agosto del 2008, como escribe Denise. Se originó como principio aceptado desde que se concibió la idea de crear Acción Nacional. Creo que podemos deducir que Denise, al menos por este supuesto análisis sobre el PRI “conservador”, carece de memoria histórica, ya que no tiene noticias de la septuagenaria lucha panista a favor de la cultura de la vida.