Cuidado integral de la persona
El tiempo de vacaciones nos permite reflexionar sobre el cuidado y aprovechamiento del tiempo, el cual también redunda en el desarrollo de la persona.
Las vacaciones son un espacio que, por justicia se amerita, después de haber trabajado de manera digna y tenaz. Después de haber logrado con esfuerzo las metas propuestas.
Por esta razón las vacaciones, no significa descuidar o debilitar el desarrollo de nuestra vida. Hay que seguir atendiendo la salud, el descanso, aprovechar también todo aquello que ejercita las virtudes que podremos conquistar, también es un tiempo propicio para volver a Dios.
En la búsqueda de este cuidado se exhorta desde varias instancias a poner atención para evitar accidentes. El descanso no significa ociosidad, la diversión no es sinónimo desorden que agrede a la misma persona o la dignidad de los demás, el receso no es tampoco, indiferencia o mediocridad.
Es importante considerar que el descanso, es la oportunidad para fortalecer la identidad personal, cuando nos damos el tiempo de visitar a los familiares lejanos, o para dialogar entre los miembros de la familia, para acercarse a los amigos de manera personal, y no solo por redes sociales; de conocer y prepararse en aquello que nos gusta, etc.
Cuidar todo lo que nos permite el desarrollo humano, sobre todo en este tiempo, de vulnerabilidad climática, política, social y religiosa, no puede dejarse de lado. “El desarrollo humano integral en el plano natural, requiere su autentificación en un humanismo trascendental, que da al hombre su mayor plenitud; ésta es la finalidad suprema del desarrollo personal… éste es el motivo por el que cuando Dios queda eclipsado, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad y el ‘bien’, empieza a disiparse (Caritas in Veritate 18).
En pocas palabras no podemos descansar de hacer el bien a nuestra persona y a los demás.